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Crítica / El arrebatador Mahler de Currentzis - por Juan Carlos Moreno

Barcelona - 26/03/2025

No hace mucho, en un vídeo de su canal de YouTube, el crítico David Hurwitz hacía una lista de los que, para él, eran los directores más annoying, “molestos”, de la historia. El primero de todos no es otro que Teodor Currentzis, al que despacha por su egocentrismo y pretenciosidad, lo que le lleva a querer dejar huella en absolutamente todo lo que hace y a angustiarse si no lo consigue. La verdad es que se trata de un director que escapa a la norma en el más bien conservador panorama de la música clásica, empezando por su forma de promocionarse o vestir. Y no lo es menos también que su modo de dirigir tiene algo de histriónico, con esos gestos amplios y teatrales, sus contorneos a pie de escenario (con él no hay podio), su expresión facial o su modo de atusarse el cabello. Pero… luego empieza a sonar la música y aquello ya no es un concierto, sino una especie de celebración, de experiencia. Habrá gente que no entre y que, incluso, se irrite ante esa puesta en escena, pero, mirado con atención, no hay nada en Currentzis que sea gratuito o cara a la galería. Y menos aún cuando, en frente, tiene una orquesta hecha a su imagen y semejanza como es musicaAeterna, y dirige obras como la Sinfonía n. 2 en do menor “Resurrección” de Mahler, que plantean una especie de viaje iniciático en el plano musical y expresivo.

Pudo comprobarse el pasado 24 de marzo en L’Auditori, dentro del ciclo Ibercamera. Su versión fue de las que dejan huella. El Allegro maestoso inicial mostró ya la calidad de las cuerdas de la orquesta, con unos violoncelos y contrabajos de extraordinaria presencia. A partir de ese fulgurante arranque, Currentzis, más que a dirigir, empezó a crear. No hay otro modo de expresar la forma en que frasea los temas, juega con el tempo, regula las intensidades y las tensiones, o resalta el color y los detalles. Así, ese primer movimiento fue un crescendo de emoción dramática en el que, al lado de oasis pastoriles, había momentos aterradores, casi expresionistas.

En contraste, al Andante moderato supo transmitirle una inefable gracia danzable a lo Tchaikovsky, de nuevo con una cuerda en estado de gracia, tanto con arco como en los pizzicati. En el Scherzo, basado en la canción “San Antonio de Padua predica a los peces”, el director resaltó con imaginación los contrastes, esa combinación puramente mahleriana de evocaciones de la naturaleza (el agua en este caso), música popular e, incluso, guiños barrocos.

En “Urlicht” primó la contención, el detalle, el misterio, con una contralto Maria Barakova que cautivó por la emoción que supo transmitir a la página. Quedaba ya el Finale, auténtica prueba de fuego cuyos extremos llevó al límite Currentzis sin caer nunca ni en lo gratuito ni en lo efectista. Hubo momentos mágicos, como el pasaje en el que las trompas entre bastidores dialogan con la flauta solista y el piccolo, al lado de otros aterradores, como el redoble de timbales, caja y tambor en el corazón del movimiento.

Y, por fin, entró el Cor Ibercamera que dirige Mireia Barrera, primero de manera contenida, luego ya en plenitud y con toda la orquesta, otro de esos momentos arrebatadores que regaló Currentzis, como lo fue también ese clímax que es el “Sterben werd’ich unzu Leben!” (“Moriré para vivir”). Para lo que es la sinfonía, la parte coral es breve, pero exigente y comprometida. El coro estuvo a la altura del reto. Más desapercibida, en cambio, pasó la soprano Sofia Tsygankova.

En definitiva, fue una de esas interpretaciones que no dejan indiferente y, que, horas después del concierto, sigue aún presente. Currentzis será annoying y todo lo que se quiera, pero tiene una capacidad comunicativa única, así como una intuición especial para identificar enfoques, detalles, si no nuevos, sí iluminadores. Desde el máximo respeto a la partitura, sabe lo que quiere, sabe cómo conseguirlo y lo consigue. Esta Segunda de Mahler, lo mismo que con el Réquiem de Mozart que ofreció la temporada pasada, no es una excepción.

Juan Carlos Moreno

 

Sofia Tsygankova, soprano; Maria Barakova, contralto.

Cor Ibercamera.

musicaAeterna / Teodor Currentzis.

Sinfonía n. 2 “Resurrección”, de Mahler.

L’Auditori, Barcelona.

 

Foto © Alexandra Muravyeva

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