El cuarto concierto de abono ofrecido por la Filarmónica de Gran Canaria a las órdenes de su titular Karel Mark Chichon estuvo integrado por dos autores que fueron contemporáneos y dieron repetidas muestras mutua admiración e influencias recíprocas: Johannes Brahms y Antonín Dvorák.
El Concierto para cello de Dvorák, que abrió la velada, contaba con el aliciente del debut en nuestra isla de unos de los celistas jóvenes más prometedores, lanzado ya a una carrera internacional, Sheku Kanneh-Mason.
El Concierto de Dvorak es pieza de toque para todo cellista por sus exigencias virtuosísticas y musicales y el británico mostró méritos ciertos: sonido grande y robusto en todos los registros, personalidad e indiscutible musicalidad, pero también problemas de afinación, ostensibles en algún momento del primer movimiento, que controló a medida que avanzaba la pieza, dejándonos la sensación de un gran talento todavía en progresión.
El apartado orquestal tuvo la brillantez y seguridad esperables en un maestro como Chichon, aunque sorprendió el volumen excesivo de las maderas en detrimento del solista durante el primer movimiento y buena parte del segundo, lo que no impidió hermosos diálogos maderas-cello en el final del segundo movimiento o un mágico cierre del tercero.
La Segunda Sinfonía de Brahms era el primer acercamiento al autor alemán de nuestro titular con la Filarmónica de Gran Canaria.
Su lectura fue apasionada y vibrante, obteniendo de la orquesta, a la que sabe estimular e implicar en sus propuestas, un sonido compacto y oscuro muy atractivo, especialmente de una fibrosa sección de cellos y una excelente solista de trompa invitada.
Si la ejecución no me convenció plenamente se debe a que Brahms es el maestro del claroscuro, de los súbitos cambios de humor y las medias tintas y aquí Chichon no terminó de tocar fondo.
Su enfoque, en la más optimista y luminosa de las sinfonías de Brahms, fue demasiado unidireccional, volcado hacia lo heroico cuando no abiertamente dramático, lo que en principio no es un defecto, las grandes obras admiten una amplia variedad de enfoques, pero a mi juicio faltó el suficiente contraste con los pasajes más poéticos, ejecutados sin el necesario reposo y efusividad en el fraseo, con una dinámica a la que costaba descender al pianísimo, tan demandado como el fortísimo por el autor alemán.
Juan Francisco Román Rodríguez
Sheku Kanneh-Mason, cello.
Orquesta Filarmónica de Gran Canaria / Karel Mark Chichon.
Obras de Dvorák y Brahms.
Auditorio Alfredo Kraus. Las Palmas de Gran Canaria.