Los jóvenes músicos de la JONDE celebraron el Día Europeo de la Música en el Palacio de Carlos V de Granada, concierto enmarcado dentro de una gira que comenzó en Ávila y que culmina el 23 de junio en el Teatro de la Maestranza de Sevilla. Fruto del segundo encuentro sinfónico con James Conlon ha sido este programa con las dos sinfonías nº 4 de Robert Schumann y Johannes Brahms, dos de las catedrales de la música sinfónica.
Quizá no se pueda encontrar en la historia de la música dos compositores cuya experiencia compositiva y vital haya estado tan imbricadas: profesor y discípulo, ambos se admiraban mutuamente, ambos amaban a la misma mujer, Clara Wieck. Más libre formalmente Schumann, más atento a la tradición formal y a la herencia del pasado Brahms, ambos compartiendo un lenguaje armónico rico y la complejidad rítmica.
La Sinfonía nº 4 en Re menor op.120 de Schumann fue compuesta en 1841 y estrenada en Leipzig con un frío recibimiento por parte de crítica y público. En 1851 la revisó realizando cambios sustanciales y la estrenó dirigiéndola él mismo en 1853, esta vez con notable éxito. Treinta años después de su muerte, Johannes Brahms al que disgustaba esta última versión, arregló una versión híbrida sin el consentimiento de Clara.
Tras la introducción lenta del primer movimiento con algunos desajustes en los violines, la JONDE expuso con rotunda certeza el Lebhat donde brilló el fraseo poderoso y sin aristas de la sección grave de la cuerda y la intervención de los vientos en el desarrollo. Schumann compuso esta sinfonía sin solución de continuidad entre los movimientos, y la dirección clara y sobria de James Conlon llevó a buen puerto a la joven orquesta a través de las numerosas trampas rítmicas, cambios de tempo y las difíciles transiciones de un movimiento a otro.
El contenido lirismo del segundo movimiento en el que destacó el solo de violín de Enrique Martins, dio paso a un Scherzo y Trio algo demasiado solemnes para desembocar brillantemente en un Allegro final que arrancó el entusiasta aplauso del público. James Conlon es un director con múltiples facetas, una de ellas la didáctica. Y con afán pedagógico condujo el sofisticado discurso temático de Schumann. La claridad de ideas, la concisión en el gesto y una orquesta que respondió disciplinada nos brindó esa noche una notable visión de un compositor no totalmente apreciado en su justa medida.
La Sinfonía nº 4 en Mi menor de Johannes Brahms fue compuesta durante las vacaciones estivales que el compositor disfrutaba en Mürzzuschlag en 1884. Estrenada al año después en Meiningen, disfrutó del aprecio que ya disfrutaba la obra del compositor en su madurez.
Como dice Pablo L. Rodriguez en las notas al programa, los cuatro movimientos “conforman un retrato otoñal tiznado de melancolía”. Con casi la misma orquestación que la sinfonía de Schumann, salvo la adición del contrafagot, la orquesta sonó con profundidad y empaque en la presentación del sombrío primer movimiento. Conlon condujo con sobria calma el arranque del segundo movimiento con la ayuda de la excelente sección de viento de la JONDE, para ceder el discurso a una cuerda mucho más solvente que en la primera parte del concierto. Tras el festivo Allegro giocoso, la única concesión de Brahms a la ligereza en esta sinfonía, comenzaron las treinta variaciones sobre la chacota Meine Tage in dem Leide Gott dennoch zur Freude de J. S. Bach del movimiento final, donde la orquesta también alcanzó el cúlmen con una interpretación madura, meditada, contundente.
De nuevo el director neoyorquino expuso las mismas virtudes que en Schumann, un profundo entendimiento del juego de los diferentes hilos temáticos, exponiéndolos con claridad y una dirección limpia y precisa conduciendo las innumerables trampas rítmicas de Brahms. La JONDE respondió en todo momento con disciplina, y una madurez y musicalidad que la sitúa entre las mejores orquestas jóvenes del panorama actual.
Mercedes García Molina
Joven Orquesta Nacional de España/ James Conlon.
Sinfonía nº 4 de Robert Schumann y Sinfonía nº 4 de Johannes Brahms.
70 Festival Internacional de Musica y Danza.
Palacio de Carlos V, Granada.
Foto © Festival de Granada | Fermín Rodríguez