En el concierto el nº 9 de esta temporada de la Sinfónica de Navarra parece que el criterio para la factura del programa es el protagonismo de algún tipo de pasión, ya sea desde la perspectiva de los afectos barrocos de Pergolesi en su Stabat Mater o del sentimiento romántico de Tchaikovsky en su Sinfonía n.º 6, “Patética”. ¿Obras demasiado diferentes para compartir una velada? En todo caso el resultado fue muy diferente. Hernández Silva hizo una versión cabal, intensa de la obra del ruso. Fraseos, tempos, confrontación de planos: el director dio la impresión de no tener duda alguna en mostrarnos la obra de Tchaikovsky en su esencia romántica.
Otra opinión aportamos sobre el Stabat Mater. La versión de Hernández Silva mantenía a la orquesta en un primer plano un tanto monótono. Es evidente que asumió el típico barroquismo de tempos rápidos y sonidos planos: faltó un sentido del intimismo, que está desde la primera hasta la última página. Las protagonistas de la obra no deben ser las solistas. Son dos narradoras de una misma voz; Maite Beaumont mostró cierta contención, mientras que Sabina Puértolas hizo un papel de ópera, a veces exultante. La ornamentación, creo que inspirada en la versión dirigida e interpretada por René Jacobs, de largas apoyaturas en los finales y arabescos que no están escritos (ya algunos de los que están escritos son cuestionables) no añade sino resta, en general, pureza a las líneas melódicas que han de cantarse desde dentro: hay que estar “iuxta crucem”, y la interpretación no nos sacó de la sala auditorio. La calidad sonora y la coherencia de la lectura que criticamos, no obstante, fue bastante aplaudida, así como la solvencia mostrada en la segunda parte con Tchaikovsky.
Javier Horno Gracia
OSN, Maite Beaumont, Sabina Puértolas / Manuel Hernández Silva.
Obras de Pergolesi y Tchaikovsky.
Auditorio Baluarte de Navarra, Pamplona.
Foto: Sabina Puértolas (foto de Francisco García 'Lucanux')