Prosigue el ciclo de las Sinfonías de Beethoven a cargo de Karel Mark Chichon y la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. En esta ocasión le correspondió el turno a las Sinfonía 2 y 4.
Situadas entre los grandes colosos que son las sinfonías nº 3 y 5, tradicionalmente han sido vistas como las hermanas pequeñas, piezas de transición que miran más hacia el pasado, el clasicismo de un Mozart o Haydn, que hacia el futuro del pleno romanticismo. Sin embargo para Chichón, Beethoven es siempre Beethoven ya desde el comienzo y en estas sinfonías mantiene las características generales que ya le conocemos por otras lecturas beethovenianas: fraseo anguloso, tempi ligeros, claridad en las texturas, sforzandi y crescendos muy marcados, vibrato limitado, modulándolas según la pieza que se trate.
Así en la 2ª sinfonía empleó una sección de cuerda reducida: 9, 10, 6, 5, 3, delineando un fraseo cortante y unos tempi especialmente ágiles, incluso en el Larghetto donde otras batutas suelen optar por un mayor reposo, lo que desembocó en una lectura enérgica pero muy matizada, a la que falto algo de claridad en determinados pasajes rápidos de los primeros violines en los movimientos primero y cuarto, que no se escucharon con la nitidez deseada. En el Scherzo, el primero de Beethoven con ese nombre, fue especialmente enérgico, remarcando el carácter danzable del trio central.
En la Cuarta Sinfonía se optó por una sección de cuerda más amplia: 11, 12, 8, 6, 5, lo que redundó en un sonido de mayor cuerpo y densidad. Los tempi se relajaron un tanto, lo que propició un fraseo de mayor amplitud, especialmente en el Adagio, dentro de una visión dinámica y muy contrastada, con un timbal que puntuaba sus intervenciones con un sonido seco y restallante.
Entre medias escuchamos las Variaciones rococó de Chaikovski, en arreglo para viola de Maxim Rysanov, por el propio Rysanov. Extraordinario solista, de sonido carnoso, potente y equilibrado en todos los registros, que corría con facilidad por el amplio Auditorio Alfredo Kraus, luciendo sus muchas capacidades virtuosísticas en las variaciones rápidas, pero también su destreza para el canto ligado en las variaciones lentas, sin que su viola quedara eclipsada por la orquesta, ni siquiera cuando bajaba al registro grave, mérito también del primoroso acompañamiento de Chichon y la Filarmónica de Gran Canaria, que rindieron al excelente nivel que es habitual con su director titular.
Juan Francisco Román Rodríguez
Maxim Rysanov, viola. Orquesta Filarmónica de Gran Canaria / Karel Mark Chichon.
Obras de Beethoven y Chaikovski.
Auditorio Alfredo Kraus. Las Palmas de Gran Canaria.