Verdi, tras varios avatares con la censura, pudo estrenar este título en el Apollo de Roma en 1859, sobre libreto de Antonio Somma basado en el de E. Scribe para el Gustavo III de Auber. Bella y no fácil partitura que exige una fina lectura musical, que esta vez tuvo de manos de Michelangelo Mazza y una acertada OSCyL que, tanto en conjunto como con sus 6 solistas (muy bien el cello en Acto III, Escena 2), supo seguir el gesto del Maestro, dúctil y sensible en los momentos líricos y sólida y ajustada en los dramáticos. Con esta base, la representación tuvo nivel, más cuando el Coro Calderón Lírico con 45 cantores preparados por S. Domínguez, cumplió notablemente, en particular las voces graves salvo leve exceso baritonal.
La producción de la Ópera Estatal de Hungría (2018), clásica, lógica y bien planteada por Fabio Ceresa (repuesta por Judit Niklai), que la presenta con un telón inicial cuya pintura representa a Cristo bajado de la Cruz sostenido por dos ángeles, manteniendo esa imagen en la escena final con el Rey muerto en brazos de los dos traidores principales: su delator paje Óscar y su secretario e íntimo Renato, su mano asesina movida por injustos celos de su fiel esposa Amelia, ambos ángel negro de la muerte final tramada. El ángel blanco de pureza rige el amor platónico entre Amelia y el Rey y la bonhomía de éste reconocida por todos. Mientras suena la Obertura, idea el paso del Rey carnal al ataúd como alma pura, velado por su Corte, que entona un breve canto acompañado, lo que le permite anillar toda la obra.
La escenografía de Tiziano Santi, bien vestida por Giuseppe Pallela e iluminada por Rodrigo Ortega proporciona momentos muy bellos, como el canto de la maga Ulrica con los brazos de los cantores echados en el suelo simulando las olas o el brillo de los dorados de disfraces y paredes en el salón de baile, con el coro bien movido.
El tenor José Bros fue un Rey Gustavo creíble en lo actoral y muy solvente en su duro papel de lírico con toques spinto, con bonito timbre y agudos esmaltados, lucidos en el recitativo y aria Forsè la soglia-Ma se m’è … La soprano de tintes dramáticos María Teresa Leva estuvo brillante vocalmente y juntos hicieron su dúo de amor Teco io sto, de lo mejor de Verdi, haciéndole honor., tras su gran Ecco l’orrido campo. El Renato del barítono Damián del Castillo, entregado, apoyado en su excelente material vocal que le augura éxitos al ganar experiencia, hizo imponente Eri tu. La adivina Ulrica fue muy bien servida por la mezzo Nicole Piccolomini, de graves llenos y agudos cubiertos que dieron sentido a su aria Re dell’abisso. La lírica con su punta de coloratura Arantza Ezenarro, dio un Óscar timbrado, gracioso (matiz novedoso que introduce Verdi) y también dramático. La pareja de bajos Luis López y Javier Castañeda cumplieron con nota, como José J. Frontal y Quintín Bueno en sus roles. Una excelente versión que agotó papel en las 3 representaciones.
José María Morate Moyano
J. Bros, Mª T. Leva, N. Piccolomini, A. Ezenarro, J.J. Frontal, L. López, J. Castañeda, Q. Bueno. Coro Calderón Lírico. Sinfónica de Castilla y León / Michelangelo Mazza.
Obra: Un ballo in maschera de G. Verdi.
Teatro Calderón de Valladolid.
© Gerardo Sanz fotógrafos