El ciclo Ibermúsica retomó este año su tradicional concierto en torno a la Navidad con unas de las agrupaciones más afamadas del planeta en cuanto a la interpretación historicista, tanto de Johann Sebastian Bach -recordemos que son los responsables de una de las grabaciones referenciales de la integral de su obra sacra- como del resto del repertorio barroco, la Orquesta Barroca y Coro de Ámsterdam dirigidos por su fundador y director, Ton Koopman. Además el programa presentaba algunas de las composiciones más icónicas y deliciosas jamás compuestas para la celebración del nacimiento de Cristo. Todo esto hacía presagiar una velada de esas que tardan en olvidarse y que sirven de preámbulo perfecto a la celebración de estas fiestas.
Pero hemos aprendido, sobre todo en estos dos últimos años terribles que lleva atravesando el planeta, que los deseos y propósitos navideños a veces no llegan a cumplirse, o que al menos no llegan a ese estado de plenitud o de satisfacción que hubiéramos imaginado. Esto es lo que ocurrió en este concierto navideño, plagado de expectativas e ilusiones.
La primera noticia inquietante que pudiera haber afectado de lleno a la celebración del concierto fue el inminente confinamiento anunciado por las autoridades de Países Bajos dos días antes de la celebración del mismo. Felizmente, los músicos se encontraban de gira antes de llegar a Madrid y no se vieron afectados por este suceso, aunque sí que se vieron mermados de algunos de sus componentes que tuvieron que ser sustituidos por músicos residentes en Madrid en el último instante.
Pese a estos avatares tan incontrolables, felizmente hicieron aparición en escena las dos agrupaciones de Koopman para interpretar l primera de las obras, el ya legendario Magnificat BWV 243 en Re mayor de Johann Sebastian Bach. Aunque no sea estrictamente navideño, su temática sí lo es en muchos de sus versos, que comienzan con el recuerdo de la Anunciación del Arcángel Gabriel a María. La versión original de esta pieza, BWV 243 a en Mi bemol mayor, sí que incluye cuatro piezas navideñas intercaladas entre sus movimientos, y es mucho menos interpretada actualmente.
La sala sinfónica del Auditorio Nacional se mostró como un espacio demasiado grande para los efectivos holandeses, tanto en la orquesta - 4,4,2,2,1 en la cuerda más tres trompetas, dos oboes, fagot, dos flautas, timbales y órgano positivo- como en el coro – 4,4,4,4,4 – compuesto por dos cuerdas de sopranos más las de altos, tenores, y bajos.
Los tutti del Magnificat nos brindaron esa majestuosa música bachiana tan fascinante, que resultó en ocasiones un tanto desdibujada en los sonoros gallos de las trompetas. Quizás la sección más compacta de las instrumentales fue la de violines con un cuidado sonido y una controlada articulación en cada movimiento. Ton Koopman mantiene viva esa energía, vitalidad y entusiasmo, que aúna a su fervoroso compromiso en la interpretación de cada nota que interpreta, que fueron fundamentales en estos pasajes donde interviene la totalidad de músicos.
Entre los solistas vocales debemos destacar a la soprano Ilse Eerens, dueña de una voz luminosa, ligera y que expresa sutilmente sus delicadas arias, no exentas de exigencia técbica, como los largos fiatos requeridos en Et exultavit. La fantástica belleza de su otra intervención, Quia respexit humilitatem, fue dibujada de un modo muy bello, aunque las respuestas de la oboísta no estuvieron en un nivel parejo.
El coro, obligado a cantar con la mascarilla facial, no encontró ese apogeo sonoro que demanda la partitura bachiana, aunque siempre sonó compacto, correcto y disciplinado.
La obra instrumental elegida para la ocasión, el Concerto grosso en sol menor, Op. 6, n. 8 de Arcangelo Corelli, que lleva la inscripción Fatto per la notte di Natale, nos transporta directamente a las sonoridades navideñas, especialmente en su último movimiento, Pastorale, un delicioso 12/8 que simboliza a los pastores en fechas navideñas, fue interpretado de un modo noble y preciso, en que hubiéramos deseado más carácter mediterráneo en sus movimientos y contrastes.
Cerró la velada una obra muy inusual por estos lares, el ‘Dettingen’ Te Deum de Georg Friedrich Haendel, compuesto en solo 15 dias adaptando su propio ‘Chandos’ Te Deum. Esta obra sí que escapa completamente de un concierto de temática navideña, puesto que se compuso para conmemorar la victoria por parte de las tropas inglesas junto a las de Austria y Saboya junto a Sajonia en la Batalla de Dettingen (Alemania) de 1743, en la que fallecieron unos 6500 soldados. Extraña celebración navideña.
Sea como fuere pudimos disfrutar de una pieza hermosa, muy del estilo británico, de hecho uno de los Anthems de Coronación más conocidos, The King Shall Rejoice, está escrito para esta misma solemnidad. La naturaleza de la ocasión requería la grandiosidad de una partitura para una orquesta que incluía tres trompetas y timbales, además de oboes y fagotes. Esta orquestación le confiere una formidable sonoridad, y muchas veces se redoblan los efectivos en los vientos para alcanzar esa espectacularidad y majestuosidad, algo que evidentemente no pudimos contar en la cita madrileña, disfrutando de una versión mucho más intimista y contenida.
Tendríamos que destacar los momentos fugatos de coro y orquesta, tanto Thine honourable, true and only Son, como Day by day we magnify thee, anticipo del glorioso final, que sonaron siempre controlados y compactos gracias a la ardua labor de Koopman, demostrando que sus efectivos, tanto orquesta como coro, deben ser tenidos muy en cuenta aunque sea con mascarillas en estas adversas situaciones, mostrando una disciplina y rigor muy altos.
Tras las cálidas muestras de cariño por parte del público, pudimos disfrutar como propina del coro final del Te Deum, O Lord, in Thee have I trusted.
Ibermúsica regaló a la salida a los asistentes unos dulces como muestra de agradecimiento a la vuelta de la actividad ‘normal’ en estos difíciles tiempos deseándonos que estas fiestas sean todo los felices y óptimas que debieran ser.
Simón Andueza
Ilse Eerens, soprano, Clint Van Der Linde, contratenor, Tilman Lichdi, tenor, Jesse Blumberg, bajo.
Amsterdam Baroque Orchestra & Choir. Ton Koopman, órgano y dirección.
Obras de J.S. Bach, G.F. Haendel y A. Corelli.
20 de diciembre de 2021, 19:30 h.
Ibermúsica, Serie Arriaga.
Auditorio Nacional de Música, Madrid.
Foto © Rafa Martín / Ibermúsica