La Fanfarria para una mujer poco común (núm. 1) de Joan Tower sirvió con su espléndido y fugaz boato, de exordio eficaz y ponderado (pese al natural carácter exultante de este género) para el concierto que ofrecieron la Orquesta, Coro, Joven Orquesta y Jóvenes Cantoras de la Comunidad de Madrid bajo la dirección de Rubén Gimeno.
De Olivier Messiaen, su trascendente Et exspecto resurrectionem mortuorum (Y espero la resurrección de los muertos) ahondó, de inicio, en bajas frecuencias y grito unánime de un poderoso elenco de viento y percusión. Personal neomodalismo y valiente propuesta de este programa jugando a una multiformidad instrumental creciente.
La alternancia de solos y tuttis dio al segundo movimiento (Le Christ, ressuscité des morts, ne meurt plus; la mort n'a plus sur lui d'empire…) cierta aura espectral, acrecentada por textos bíblicos inspiradores recitados previamente desde un alto, junto al órgano, que preparaban el ánimo.
Y así llegamos a un tercer movimiento (L'heure vient où les morts entendront la voix du Fils de Dieu…) donde un elenco que ya había mostrado indicios de su abultada proyección en este entorno, desplegó relativa "exacerbación decibélica" para la geometría, materiales, acústica y concreta reberveración de esta sala (desproporcionada para las características de esta sala sinfónica, aún con público…).
Una sensación que contagió el cuarto movimiento, de carácter más ecléctico en relación a los anteriores, o un quinto ceremonial, con rítmica de timbre implacable y final con dinámica (nuevamente) en punta (esta última inspirada ya en el Apocalipsis de San Juan).
El segundo movimiento de la Suite sinfónica Primavera de Claude Debussy tuvo, por igual, una versión dinámica y vibrante. Bella obra con momentos cautivadores y bien realizados hoy que, si bien lo permite por su menor agresividad tímbrica que la pieza anterior, otorgada por la cuerda, también hubiera sido más agraciada con un punto menos de aquellos decibelios (aunque para esta apreciación quizás estuviéramos influidos por aquel acusado despliegue previo al descanso, que aún seguía en nuestra memoria física).
La Ciudad arrebatada de Jorge Argüelles hizo uso de aquellos elementos en juego, recitador, solos, coro y orquesta (órgano incluido), en tres movimientos relacionados con la ciudad de Jerusalén: La Cúpula Roca, El Muro de las Lamentaciones y El Santo Sepulcro.
Otra pujante página, encargo de la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid que aprovechó, de inicio, el sugestivo timbre del oboe para lanzar una partitura con lugares comunes de la imaginería sonora y lenguaje que recordaba las fastuosas bandas sonoras de antaño.
Luis Mazorra Incera
Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid y Joven Orquesta y Jóvenes Cantoras de la Comunidad de Madrid (Ana González).
Rubén Gimeno, director.
Obras de Argüelles, Debussy, Messiaen y Tower.
ORCAM. Auditorio Nacional de Música. Madrid.
Foto: Ruben Gimeno / © Ricardo Rios