En apariencia podrían no observarse vías de encuentro entre los cuatro autores, pero el propio programa nos descubría la fecunda realidad. Jean Philippe Rameau a través de una selección de Las Indias galantes, perteneciente al género de las Operas-ballet y en los números elegidos entraríamos en materia. Un refuerzo necesario, por el arpa de Alba Barreiro y el clave de Javier Núnez para las piezas representativas de estilo, con licencia de los popes de historicismos, Marc Minkowski o William Christie. Opción para seguir el paso de Menuets y Tamboris, los presumibles exotismos de Les Sauvages- para la época-, la exultante Chacona, en su realce de trompetas y timbales, la tempestad apacible de Le Turc généreux o su contrapunto en Les Incas du Pérou y las imaginarias danzas en salto de época. Todo ello en el imaginario de la Corte Versallesca y que los planteamientos de actualidad, ayudaron a una precisa ubicación. Para el caso, se trataba, con la licencia respetuosa, de trasmitir al oyente un repertorio que goza de señas de identidad reconocibles.
Francia en un salto de siglos hasta llegar a Debussy en la Pequeña suite, en un ejercicio de pura autocomplacencia, que en buena lógica no renunciará a la posterior orquestación en 1907, en un meticuloso trabajo de Henri Büsser, para las célebres sesiones de los Conciertos Lamoureux. El simbolismo de Verlaine traducido en cuadritos musicales deliciosos. La orquesta en sus dominios para la barcarola de En Bateau, en su ondulante trayecto; no menos en la poética orquestal de Cortège, con sus pinceladas humorísticas que pretenden un esbozo de evasión, acentuada por las flautas; el posible arcaísmo de una danza sin época en el Menuet y el vals, si así os place, en el Ballet. Orquesta y director, apuntaron con fiabilidad el credo estético debussysta.
Christoph Willibald Gluck, añadió la chacona (forma de ballet) perteneciente al acto V, de la ópera Armide. En esencia, el concepto creativo de Gluck, supo caracterizarse en principio por un tratamiento, en un momento en el que los excesos barroquizantes estaban en plenitud. En la corte vienesa, había tenido la oportunidad de entrar en contacto con la ópera francesa, mostrando interés por las Tragedias-líricas y en particular por su solemne despliegue. Se entendía pues esa breve chacona en un contexto como el servido, como una perfecta ilustración. F.J. Haydn en esta ocasión con la Sinfonía nº 82, en Do M., siempre con nombre añadido, que para esta es El oso, Un ánimo en el conjunto de la obra que nos invita a participar de su buen humor. El pulso preciso se confirmaba en el Allegretto, por la especie de Rondeau al que se le libera de su compostura.
Ramón García Balado
Real Filharmonía de Galicia / Francesc Prat.
Obras de J.P. Rameau, C. Debussy, C.W. Gluck y F.J. Haydn.
Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela,
Auditorio de Ferrol, Teatro Principal de Ourense.