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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica - De perfecto hacia arriba - Teodor Currentzis - Ibermúsica

Madrid - 04/12/2018

De auténtica conmoción se puede describir el paso de Currentzis por el ciclo de Ibermúsica. La discusión sobre la figura eminente de Currentzis tiene que ver también con factores extra musicales. Desde que surgió hará una decena de años no ha dejado a nadie indiferente y pronto los dos bandos irreconciliables discuten sobre su buen o mal hacer musical y cuánto de su fama se debe a sus extravagancias en el podio y cuánto de auténtico genio se halla en él. Obviamente cualquier aficionado más o menos seguidor de la actualidad musical se ha enfrentado a este dilema, tanto en su presentación de la trilogía Mozart-Da Ponte, como en sus acercamientos a la música barroca.

Este dilema consiste en o bien denostarlo por su irreverente acercamiento a los usuales criterios interpretativos vigentes, acusándolo de romper la tradición, o bien enaltecerlo como renovador del aire cerrado que se respira en la tradición de la música clásica, nombrándolo paladín de la interpretación original pero coherente con la partitura que se precisa para despojar a la música clásica de sus ajadas y rancias vestiduras interpretativas. Recientemente, tras su paso por los Promenade Concerts londinenses de este verano donde dirigió una electrizante Segunda Sinfonía de Beethoven, se ha embarcado en la grabación de la integral sinfónica de este autor, y en septiembre realizó su debut como titular de la SWR Orchester con una Tercera de Mahler que se saldó con enorme éxito.

Sirva esta introducción para intentar explicar las expectativas ante su concierto todo Mahler en el Auditorio Nacional el pasado 28 de noviembre, fecha que desde ahora debe quedar como hito en la historia de la interpretación para cualquiera que asistiera. A pesar de que en el patio de butacas había algún hueco, inexplicable a todas luces, la atmósfera estaba cargada de ese aire concentrado y denso de las grandes veladas.

La primera parte, con una interpretación casi total del ciclo Das Knaben Wunderhorn, casi total porque faltaba únicamente Trost im Unglück según la compilación tardía y última de 1901, ya mostró el cuidado exquisito de las indicaciones escritas en la partitura, que en el caso de Mahler son de importancia capital pues cuidaba mucho los detalles agónicos hasta el extremo de anotar por escrito indicaciones que el sistema habitual de abreviaturas italianas no alcanza para sus propósitos. Los dos cantantes, Florian Boesch, que es ya figura frecuente por su aparición casi anual o bien en el ciclo de Lied del Teatro de la Zarzuela o bien en recitales en la Fundación Juan March, cantó con una amplia riqueza de colores y con un dominio técnico excepcional, como puso de manifiesto en la media voz usada en Der Schwildwache Nacthlied en contraste con la marcialidad y volumen de la canción final del ciclo, Revelge. Anna Lucia Richter, joven soprano de 28 años y trayectoria fulgurante, posee una vis cómico-teatral que favorece la interpretación de estos lieder, tales como Lob des hohen Verstandes, muy en la línea de la interpretación de Thomas Hampson, amén de una dicción excelente, volumen adecuado para la sala grande del Auditorio y todos los requisitos técnicos necesarios para emocionar.

Pero fue en la segunda parte, con la mejor interpretación que jamás he escuchado de la Cuarta Sinfonía de Mahler, donde Currentzis demostró que, más allá de sus peculiaridades en el vestuario -pantalón negro ajustado, blusa de pintor ancha negra y botas negras con cordones rojos-, y su aire de estrella pop en su corte de pelo, es un músico profundo. La orquesta, ya saben, Musicaeterna Orquesta de la ópera de Perm, ciudad que la mayoría del público tendría problemas en localizar, es un instrumento de alto virtuosismo y flexibilidad, con algunas características que suelto a vuela pluma: la edad media de sus componentes dudo que pase de los treinta años, los cuatro flautas, dos chicos y dos chicas, son los únicos cuatro nombres españoles o al menos hispanos en la orquesta, en la segunda parte tocaron de pie, excepto cellos, obviamente, con una entrega y un continuo intercambio de miradas entre ellos, dándose claves musicales, y demostrando una complicidad y compromiso que no hemos visto en otros conjuntos.

Desde el inicio el cuidado tímbrico y dinámico fue sobresaliente: nunca antes se había ‘explicado’ también el universo mahleriano de esta cuarta sinfonía, aún no habitada por el dolor de obras posteriores. Currentzis tiene una gestualidad muy variada y de gran atractivo, deja a sus músicos frasear y da la impresión de que no impone nada, sino simplemente han llegado a ese consenso, que a nuestros oídos por otra parte se nos muestra como inevitable. La intervención de nuevo en el cuarto movimiento de Anna Lucias Richter, tras un seráfico Ruhevoll, ese tercer movimiento que quisiéramos que nunca acabara, culminó un viaje musical que siempre recordaremos aquellos que tuvimos la fortuna de asistir a este concierto.

Jerónimo Marín 

Anna Lucia Richter, soprano. Florian Boesch, barítono.
Musicaeterna Orquesta / Teodor Currentzis. Obras de Mahler.
Auditorio Nacional, Madrid. 28-11-18.
 

Foto: Anna Lucia Richter, soprano, junto a la Musicaeterna Orquesta y Teodor Currentzis, en el Auditorio Nacional, Madrid.
Acred: Rafa Martín

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