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Crítica / De lo numinoso - por David Cortés Santamarta

Tenerife - 17/02/2025

Que Lahav Shani es consciente de la herencia de la agrupación de la que será, ya oficialmente, director titular en 2026, se revela en la frecuente inclusión en los programas de sus giras con la orquesta alemana de la Sinfonía nº 9 de Bruckner. Elegir como carta de presentación una partitura tan exigente y compleja supone toda una declaración de intenciones para un músico que aún no ha cumplido los 40 años.

El concierto que ofreció en el Auditorio de Tenerife, dentro del 41 Festival de Canarias, sirvió para confirmar, por una parte, el espléndido entendimiento que se ha establecido entre Shani y la Orquesta Filarmónica de Múnich —con una afinidad que augura una extensa colaboración— sino también su capacidad para enfrentarse a esa tradición sin necesidad de imitar modelos. Su Bruckner está tan alejado de los tiempos trascendidos que Celibidache convocaba en sus interpretaciones con esta misma orquesta, como de la inmediata tensión que caracterizaban las aproximaciones de quien ha sido uno de los principales mentores de Shani, Daniel Barenboim.

Ya los acentuados silencios que marcó con un explícito gesto al inicio y al final de la sinfonía establecieron una suerte de umbral o de cesura del que emergió una recreación que parecía potenciar esa dimensión visionaria, pero también convulsa, que posee la partitura. No es casual que la indicación Misterioso — según el filósofo Rudolf Otto, la característica principal de lo numinoso o de lo sagrado— aparezca tanto en el primer movimiento como en el proyectado, y no finalizado, movimiento final de una obra que el propio compositor dispuso bajo el epígrafe “Dem lieben Gott". Sin batuta y, lo que da muestra de un extraordinario conocimiento de la obra, sin partitura, la dirección de Shani parece entender la sinfonía precisamente como esa mezcla de deslumbramiento y lirismo, pero también temor, que la experiencia de lo numinoso genera.

Su recreación evitó deliberadamente la excesiva solemnidad o el rigor tectónico para, por el contrario, dejar que las pronunciadas tensiones y los singulares desarrollos temáticos sobre las que se sostiene la sinfonía se aprecien en toda su novedad, desde la indefinición tonal del inicio a la aristada y audaz agilidad del scherzo, para concluir con una portentosa recreación de un Adagio donde los abruptos contrastes temáticos fueron exaltados mediante una personal dosificación de los silencios y de unas texturas sonoras en las que también Shani abandona la masividad habitual asociada al compositor para desplegar un sonido condensado pero donde los diversos planos tímbricos son perfectamente discernibles, a lo que contribuye en no poca medida las fabulosas prestaciones de una entregada Filarmónica de Múnich.

La singular distribución de los ocho contrabajos al fondo del enorme efectivo orquestal, es señal asimismo de la interesante intención de Shani por indagar en las posibilidades sonoras de una obra que, a la vez que culmina la estética romántica, empieza a vislumbrar unos horizontes que la música del siguiente siglo habitará con angustia, como atestigua la abrumadora disonancia del último clímax.

El programa se abrió con una bella versión del Concierto para violín de Mendelssohn donde Shani dejó asimismo claras sus credenciales para lograr el equilibrio adecuado con la solista, una Esther Yoo absolutamente intachable, y hasta deslumbrante, en lo técnico pero de enfoque expresivo eminentemente clásico, de modo que su fluida dirección logró ese difícil equilibrio entre ligereza y densidad que caracteriza la escritura del compositor.

David Cortés Santamarta

 

Orquesta Filarmónica de Múnich

Solista: Esther Yoo (violín)

Director: Lahav Shani

Auditorio de Tenerife, Festival Internacional de Música de Canarias.

08-II-2025

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