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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / De lo inhabitual y lo histórico - por Justino Losada

Madrid - 03/03/2025

Con el título de Homenaje al baile se estructuraba durante los pasados jueves y viernes, un interesante programa de concierto de la actual temporada de la Orquesta Sinfónica RTVE que contó con músicas interconectadas por sus contextos y protagonistas como los ballets La Valse y Bolero de Maurice Ravel, el Concierto para piano en Fa de George Gershwin con la colaboración del pianista canadiense Marc-André Hamelin y una selección de Iberia de Isaac Albéniz, bajo la dirección del actual titular de la formación Christoph König.

Aunque Ravel tuvo gran interés en componer un poema sinfónico titulado Viena que homenajeara el mundo del vals de Johann Strauss desde comienzos del pasado siglo, no fue hasta concluida la Primera Guerra Mundial cuando, en 1920, se diera carpetazo a La Valse, creación ideada como ballet para Diaghilev, quien desdeñó la obra por no considerarlo como tal. Aunque nos cueste entender este rechazo, La valse seguramente sintetice a la perfección el movimiento circular de los bailes de ritmo ternario mediante una, posiblemente, sinestésica experiencia del compositor desde la propia música. Es más, no han sido pocas sus proyecciones semánticas siendo una música hija del particular zeitgeist del nuevo mapa de Europa ya que, según dan a entender las palabras del propio Ravel, la alegoría vienesa existe, aunque no se atisba como tal la tan habitual decadencia de posguerra, sino una progresión ascendente de sonoridades, a las que se añaden luz y movimiento escénicos, aspectos comunes con otra de sus obras de la hablaremos más tarde, su Bolero. Con una planificación más arquitectónica que expresiva, inició König una versión que, con buen tono y manejo de los tempi fue creciendo a la vez que disminuía la tensión, cerrando la interpretación con frialdad y echándose de menos también la brumosa fantasía que otros directores han logrado con la misma obra y formación –el público recordará la fantástica lectura de López-Ferrer- en versiones previas.

Proseguía el programa con el famoso Concierto para piano en Fa del norteamericano George Gershwin que contó con el extraordinario pianista canadiense Marc-André Hamelin como solista. Obra solo cinco años posterior a La Valse, el Concierto en Fa, inmediato posterior a la exitosa Rhapsody in Blue, surgió como un encargo del director de la Orquesta Sinfónica de Nueva York, Walter Damrosch, que Gershwin correspondió mediante una obra de influjo jazzístico en la estructura canónica de un concierto clásico de tres movimientos. Con orquestación del propio compositor, la obra desarrolla parte de un Allegro con ritmos de charlestón, prosigue con un melancólico Adagio en forma de blues y finaliza con el chispeante Allegro agitato retomando con gran oficio temas previos. Con exquisita fluidez y swing se enfrentó el canadiense Marc-André Hamelin al pianismo de Gershwin en una interpretación más matizada y gentil que sus previas y declaradamente virtuosas lecturas, permitiendo que su personal sentido del color fuera un sensacional vehículo de expresión en el segundo movimiento y una mágica articulación el sentido de los movimientos impares.

Al buen resultado global colaboró una Orquesta Sinfónica de RTVE que mostró solvencia comandada por un, ahora sí, mucho más inspirado Christoph König en buena sintonía con el invitado. Tras los calurosos aplausos -también entre el primer y segundo movimientos- Hamelin se superó a sí mismo y regaló dos propinas a cada cual más espectacular: una dramática lectura del Étude-tableaux No. 5 de Sergei Rachmaninov y, por otro lado, una delicadísima y, por qué no decirlo, sinfónica versión, de Reflets dans l’eau de Claude Debussy, mostrando que el pianista canadiense no solo es un consumado virtuoso, sino que conoce todos los rincones expresivos del piano para ofrecer poesía de aquello que interpreta siempre, eso sí,  en un alarde de lógica y perfección inusitadas.

La segunda parte del concierto se inició con una selección de Iberia que Isaac Albéniz escribiera entre 1905 y 1909. Obra capital, no ya del piano español, sino universal, llamó la atención de Maurice Ravel para orquestarla por sus posibilidades sinfónicas y balletísticas, si bien por una cuestión de derechos, nos ha llegado hasta hoy la orquestación parcial, además de otras posteriores, que realizara el también compositor y director de orquesta Enrique Fernández Arbós por encargo del ballet de La Argentina.  La propuesta del concierto contó con los números: Evocación, El Puerto, Triana y El Albaicín. La dificultad rítmica, el sentido del color y el necesario rubato en la interpretación de la orquestación de Arbós, debió exigir algo más de tiempo de ensayos y, ciertamente, se notó porque la orquesta rindió con más comodidad al evidenciar una mayor coherencia orgánica en cada número. König supo manejar muy bien el contraste de dinámicas, el fraseo de temas y el perfume de una expansiva paleta orquestal ante una Orquesta Sinfónica RTVE que dio lo mejor de sí misma.

Si hace unas semanas el director polaco Krzysztof Urbański nos avanzaba una cita del raveliano Bolero en la candorosa interpretación de Exodus de su compatriota Kilar, el círculo se cerraba con la interpretación del último de los ballets ravelianos con la misma intención dual de crear una progresión ascendente destinada al paroxismo como vimos en La Valse. Compuesto en 1928, Bolero, con todo su influjo tan español como maquinista, es la personal respuesta del compositor al encargo de los ballets de Ida Rubinstein por no poder orquestar algunos números de la Iberia como acabamos de apuntar. Con este ideal de continua progresión dinámica, ensayó bien König con la orquesta, y digo bien, ensayó, porque la interpretación fue de la orquesta y no del director. Me explico. Tras la salida al podio, Christoph König le dio la entrada al solista de caja para, justo después, retirarse y colocarse detrás de la celesta en una sorprendente, elegante y efectiva maniobra. Así, ante la sorpresa de lo inhabitual, el gesto fue elocuente para exorcizar una obra que, en su creciente acumulación de tensión, son habituales los defectos interpretativos ante la extraordinaria complejidad de su escritura -con numerosos portamenti como, por ejemplo, el muy exigente dedicado al trombón- que requiere la máxima concentración.

Creció el Bolero solo, con cuidado, eso sí, como un edificio sonoro,  pero con un fantástico sentido musical que tras su cataclísmico resultado fue agradecido con aplausos y vítores que, bien merecidos, cerraron otro notable concierto de la actual temporada de la Orquesta Sinfónica RTVE.

Justino Losada


Marc-André Hamelin, piano

Orquesta Sinfónica y Coro RTVE / Christoph König

Obras de Ravel, Gershwin y Albéniz/Arbos

Temporada de la Orquesta Sinfónica y Coro RTVE  2024/2025

Teatro Monumental, Madrid.

 

Foto: Marc-André Hamelin / © Sim Cannety Clarke

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