Convocados los Polifemos de Quirce en la recoleta Iglesia Evangélica Alemana de Madrid, esta vez pudimos participar en un viaje de “ida y vuelta” al que nos llevó Claudio Constantini a bordo de su bandoneón.
Es este instrumento una invención alemana que a mediados del siglo xix se utilizaba a manera de órgano portátil para ejecutar música religiosa en aquellas capillas en que no se disponía de órgano fijo. Es un instrumento de lengüetas libres, a fuelle, pariente de la concertina, inventada en 1829.
El bandoneón se desarrolla ante todo a partir de los años cuarenta de la pasada década, y los marineros e inmigrantes alemanes que viajaban a Argentina se lo llevaron, ya que su pequeño tamaño facilitaba el transporte… Y al llegar al Río de la Plata se fundió con las músicas al uso, digamos que se tanganizó e inmediatamente se convirtió en el sonido particular del tango.
El instrumento que utiliza Claudio Constantini está construido en 1936. Y para mantener la coherencia del concierto comenzó interpretando la versión para clave que Johann S. Bach hizo del concierto para oboe y orquesta de Marcello. Alemania en el instrumento, en la música y en el recinto.
A continuación, y sin salir de Europa, las tres Gnossienes de Erik Satie. Estas piezas, de simple ejecución pianística se oyeron en el bandoneón con una insólita densidad en las armonías y melodía, lo que originaba un dramatismo quizá alejado de las intenciones de entretenimiento pretendidas por el autor, pero que vio así enriquecidas sus piezas, trasladadas a otra región artística más sublime.
Después del viaje de ida, la música europea volvió convertida en tango. Compositores argentinos escriben piezas originales para el bandoneón. Claudio Constantini interpretó obras originales de Aníbal Troilo (Che bandoneón), José Dames (Fuimos) y Julio De Caro (La Rayuela). De Carlos Gardel nos hizo oír una improvisación sobre su famoso tango Volver, así como de la pieza Adios Nonino compuesta tras el fallecimiento de su padre por Astor Piazzolla.
El bandoneón es un instrumento complejo, de ricas sonoridades y de difícil manejo que Constantini hizo fácil, pues en todo momento prevaleció su habilidad para emocionarnos.
Este joven intérprete peruano es primero Músico, y además pianista, bandoneonista, improvisador y compositor. (Una obra suya fue la propina Ensimismado.)
Creemos que él puede expresarse con cualquier instrumento y que con solo dos manos puede abrir para nosotros los mundos del Arte mientras cruza los mares en sus viajes de “ida y vuelta”.
Una gran tarde.
Sol Bordas
Claudio Constantini, bandoneón.
Obras de A. Marcello, E. Satie, A. Troilo, J. Dames, C. Gardel,
A. Piazzolla y J. de Caro.
Madrid. Iglesia Evangélica Alemana (Friedenskirche) de Madrid. 19-I-2019.
Foto: Claudio Constantini, bandoneón (© Jaime Massieu).