Con toda la lógica programática que Thierry Fischer, Titular de la Orquesta Sinfónica de Sinfónica de Castilla y León, utiliza en sus programas, se produjo este 16º de la temporada de abono de su orquesta, en su sede vallisoletana, colaborando el Cuarteto Casals como solista, en su 3ª prestación como Conjunto Residente en la OSCyL en este Curso.
La idea genérica fue, premiar los valores humanos de cuantos se han entregado al servicio de sus congéneres desde distintas perspectivas, sin perder de vista la propia mejora de la orquesta, haciendo trabajo concreto con sus distintas secciones. Así, el programa arrancó con dos Fanfarrias: la para el hombre común, de Aaron Copland en 1942, y la de Joan Tower, para la mujer fuera de lo común, de 1986, ambas para metales y percusión y con el mismo orgánico: 4 trompas, 3 trompetas, 3 trombones, tuba, timbales, gong y bombo, que Tower amplía con campanas, tambor, glockenspiel y marimba en la percusión.
Copland recibió el encargo del Director de la Orquesta de Cinncinati E. Gossens, para laurear a los combatientes americanos que entraron en la II Guerra mundial, inspirándose en los valores humanos expresados por el Vicepresidente H. A. Wallace en su Discurso, de exaltación patriótica. Inicia la percusión creando un ambiente de sacrificio personal para que el unísono de las 3 trompetas (por cierto muy bien logrado por los intérpretes), presente el tema del héroe, no sólo en lo bélico sino también en su vida diaria por honradez, trabajo y honestidad, logrando que el colectivo suene emocionante. La versión fue efectiva, bien llevada por Fischer. (Copland la utilizó después como 4º movimiento en su Sinfonía nº 3).
Tower (New Rochelle, USA, 1938), recogiendo la idea de Copland, pensó en un Ciclo de 6 "para mujeres aventureras por naturaleza" del que escuchamos la nº 1. La dedicó a Marin Alsop, que había grabado las 5 primeras, estando hoy depositada en la Biblioteca del Congreso como "estéticamente importante para el País". Arranca con una floritura de apertura, un fortísimo de la percusión y un ritmo pujante que va creciendo hasta el final. Si Copland premió la épica, Tower impulsa más la tolerancia y abre un camino a la esperanza, entendido como libertad y afirmación de compositora feminista. Hoy es muy tocada por ese mensaje. A pesar de ser primicia para la OSCyL, la versión fue brillante, más cuanto su dificultad es mayor.
Con estos antecedentes llegó Absolute Jest (Broma total), para Cuarteto de cuerda y orquesta (2011-12) de John Adams (1947, Worcester, USA), con un gran orgánico pues a las cuerdas habituales, se suman el Cuarteto solista levemente amplificado, aquí el Casals, arpa, piano preparado, celesta, maderas a 3, 4 trompas, 2 trompetas, 2 trombones, timbales y percusión. Adams tuvo la idea de escribir algo nuevo respetando formas del pasado, al oir "Pulcinella" de Stravinsky y percibir la habilidad del autor para lograr eso; a ello se unió su conocimiento y amor por Beethoven: su "Gran Fuga", los cuartetos 131 y 135, la Waldestein, sinfonías... Así nació esta pieza en 2011, a la que añadió en el 12 otros 400 compases iniciales sobre el 131 a pulso de 6/8 y en la 3ª sección el vigoroso scherzo triple del 135 en Fa M., motivo para el resto.
El concepto "broma", lo toma en el sentido latino de "gesta": actos, hazañas..., en un ejercicio de gran inventiva e imaginación, con gran dificultad para cuadrar tanta variada polirritmia, polifonía, subdivisión, y/o intercambio de solistas. De no contar con alguien tan avezado en estas materias como el Casals y un profesional tan efectivo como Fischer, el aparente caos escrito no se hubiera convertido en una exacta y expresiva lectura, logrando de toda la OSCyL una concentración y conjunto sonoro excelente, que obtuvo gran aceptación en la Sala, obligando a varias salidas, y al Cuarteto, a añadir un vibrante y exacto arreglo de Danza del Ritual del Fuego ( El amor brujo) de Falla, que terminó de caldear al público, manteniendo ese ambiente de exaltación creado. A destacar también el importante papel jugado por el set de cencerros afinados, que ayudan a sostener la tensión en la obra de Adams.
Oídas las citas de Beethoven tan transformadas en la "broma", no cabía otra que terminar con el original a través de su Heroica, op. 55 (1802-03), Sinfonía nº 3 en Mi b M., pensada en loor de Napoleón y dedicada por fin al Príncipe Lobkowitz, cuando el autor se sintió defraudado por la autocoronación del héroe como Emperador. El hecho es que la partitura aparecía por 11ª vez en los atriles OSCyL, favoreciendo su dominio literal. Pero héteme aquí que Fischer quiso lucir el buen trabajo que está haciendo con "su Orquesta", y ofreció una versión absolutamente sólida, con un sonido compacto y homogéneo muy llamativo, respetando toda la agógica escrita y sus dinámicas extremas, que nos dieron un Beethoven moderno y unas relaciones acertadas, con brío o assai lento o raudo scherzo o trepidante final con sus 10 variaciones contrastadas con primor; como además los solistas estuvieron todos sembrados, la Sinfonía tuvo toda su magnificencia y por qué de la importancia que sus novedades aportaron para el futuro. El público respondió con repetido entusiasmo, cerrando un repertorio superlógico.
José Mª Morate Moyano
Cuarteto Casals
Orquesta Sinfónica de Sinfónica de Castilla y León / Thierry Fischer
Obras de A. Copland, J. Tower, J. Adams y L. v. Beethoven
Sala sinfónica "J. López Cobos" en el CCMD de Valladolid