“Paso más tiempo con mis compañeros del cuarteto que con mi familia”, afirmaba un miembro del Cuarteto Ébène en el documental 4 sobre el día a día de un cuarteto de cuerda, una formación que está condenada a pasar muchas y muchas horas juntos durante todos los meses. Y no conozco ningún cuarteto de élite que no tenga esta rutina y consistencia en su carrera profesional, viajando, almorzando, ensayando... Lo raro es encontrarse con cuatro “versos libres” que hagan su carrera en solitario y que, de vez en cuando, durante una cierta temporada en gira al año, se unan para formar parte de un cuarteto de cuerda de altísimo nivel. Pues lo ahí. Pasen y vean, con ustedes el Cuarteto Julia Fischer.
Formado por quien le da el nombre, Julia Fischer, se unen a ella otro violinista, Alexander Sitkovetsky, además del violista Nils Mönkemeyer y el chelista Benjamin Nyffenegger. En principio, la calidad individual de cada miembro es tan alta, que cualquier desafío técnico es de sobra solventado (no pasa así con muchos cuartetos, que a veces tienen altibajos en sus atriles), uniendo entre los cuatro un curioso empaste que se nutre de cada individualidad; es decir, el Cuarteto Julia Fischer no tiene un sonido reconocible, tiene el sonido de cada miembro en la fusión de cuatro, destacando, entre otras cualidades, con una calidad tímbrica apabullante (los cuatro poseen sonidos muy hermosos) y un volumen de una entidad superior.
Y como son tan buenos músicos, su entendimiento de las obras de cámara para cuarteto de cuerda, las que necesitan mayor cohesión de ideas que ninguna otra, no pareció tener fisuras en esta nueva entrega del Liceo de Cámara del Centro Nacional de Difusión Musical.
Desde el Cuarteto KV 465 de Mozart (de la absoluta belleza y elegancia de las voces en el Andante cantabile al toque haydniano en el Allegro molto final y sus silencios tan marcados, pasando por el comienzo sin dudas en el Menuetto o la originalidad de su trio schubertiano), a un Primer Cuarteto de Smetana rebosante de libertad y genio interpretativo (el Allegro moderato a la Polka).
Entre medias, la zigzagueante música de Janácek y su irrepetible Cuarteto “Cartas íntimas” se revistió de tragedia, concentración y una intensidad no apta para cardíacos en la sucesión de sus partes tan cambiantes, donde brilló la viola de Nils Mönkemeyer, uno de los mejores violistas del mundo, que tomó el peso de una obra (Janácek escribió una versión para viola d’amore, de ahí su importancia). Y para cuatro versos libres como ellos, nada mejor que la sucesión rapsódica que encierra esta música, que dejó un Janácek para el recuerdo.
Julia Fischer Quartet es un cuarteto profundamente alemán por su fundadora; nada más comprobarlo con la preciosa propina que escuchamos, el tiempo lento del Cuarteto KV 421 de Mozart, regresando en cierto modo al mismo comienzo del concierto. Una delicia, que vuelvan estos versos libres.
Gonzalo Pérez Chamorro
Cuarteto Julia Fischer
Obras de Mozart, Janácek y Smetana
Liceo de Cámara, Centro Nacional de Difusión Musical
Auditorio Nacional de Música
Foto © Elvira Megías