El Teatro de la Zarzuela cerró el año con su tradicional Concierto de Navidad. Mano a mano, sus dos resplandecientes protagonistas: Yolanda Auyanet, soprano, y Nancy Fabiola Herrera, mezzosoprano, dieron repaso a buen ramillete de enjundiosas romanzas y dúos de zarzuela, eso sí, con sus preludio e interludios instrumentales preceptivos y algún que otro arreglo navideño o festivo adosado al final, sin olvidarse, también, de una notable propina, que esto no podía faltar mal que se pongan las circunstancias. Junto a ellas dos, alcanzando un adelantado proscenio que ocupara buena parte de la platea hasta la sexta fila, con la consecuente y debida proyección acústica en butacas -incluso de las retrasadas gradas del coro-, la Orquesta de la Comunidad de Madrid y el Coro titular del Teatro de la Zarzuela bajo la dirección de Víctor Pablo Pérez.
Casi sin darnos cuenta, habida cuenta la aparente variedad de autores que se sucedieron, un siempre espléndido y vivaz Barbieri, acaparó el centro de los focos. Nada menos que cuatro piezas, contando con la que se sirviera fuera de programa, extraídas cuidadosamente, además, de cuatro de sus obras más representativas: el popular coro con extensa e inspirada introducción orquestal, “Dicen que en el Prado” de El barberillo de Lavapiés, y tres jugosos grandes dúos de El relámpago, de Pan y Toros -nada menos que la virtuosa y florida “Quien cogida es infraganti”- y, como regalo sorpresa, Los diamantes de la corona con su, también frecuentada, “Niñas que a vender flores”. Un velado homenaje más que bien merecido: ¡Viva Barbieri!
Cádiz de Chueca y Valverde fue un estimulante y, por qué no, selecto entrante sinfónico coral. La Marcha de la Constitución -la de Cádiz se sobrentiende- y el Pasacalle de El Barrio de la Viña, bien trazados y dispuestos con su música y carácter tan directos, sin retóricas, no precisan nunca de más explicación. Un nivel de excelencia que se mantuvo así, con emotiva y brillante realización, en todos los números y que, de entre ellos, en su apartado a solo, dispuso, sólo por citar alguna de las romanzas más destacadas: “No me duele que se vaya” de La rosa del azafrán de Guerrero, con Auyanet, o una sugerente “Sierras de Granada” de aquella tan inspirada La Tempranica de Giménez, con Herrera. Y esto sólo por subrayar dos de ellas, que todas elevaron el listón cantante y dramático a niveles semejantes, con carácter, donaire y, sobre todo, generosa voz, en romanzas de los Chapí -que abrió boca en esta sección-, Serrano, Fernández Caballero y, de nuevo, los citados Chueca y Valverde.
Porque, ya que volvemos a mentar a esta fértil pareja, tiempo hubo también para una especialmente liberal vis cómica, que lo cortés no quita lo valiente. No sólo en aquella, algo manida, todo hay que decirlo, “¡Pobre chica, la que tiene que servir!” de La Gran Vía, sino en un desternillante y jugoso dúo: “Remolacha dulce, acércate” de la revista cómico-lírico-financiera Los presupuestos de Villapierde de Lleó y Calleja. Todo un risueño descubrimiento y disfrute.
Una espléndida fiesta para la zarzuela bajo mantón navideño. Un género que mires por donde lo mires, oigas por donde lo oigas, digas como lo digas, siempre muestra mimbres dramáticos y musicales, excepcionales. Los propios de la auténtica ópera. La ópera española.
Luis Mazorra Incera
Yolanda Auyanet, soprano; y Nancy Fabiola Herrera, mezzosoprano. Orquesta de la Comunidad de Madrid y Coro titular del Teatro de la Zarzuela / Víctor Pablo Pérez.
Obras de Barbieri, Bretón, Calleja, Cedrés, Chapí, Chueca, Giménez, Fernández Caballero, Guerrero, Lleó, Rubio, Serrano, Sorozábal, Valverde y Work.
Teatro de la Zarzuela. Madrid.