Villegas es considerado en la actualidad como uno de los herederos más señeros de Andrés Segovia, de hecho grabó, bajo la dirección de Juanjo Mena, los tres Conciertos para guitarra de J.Rodrigo, con la ONE. Decía Rodrigo: El compositor español, al escribir, sueña con un instrumento fantasmagórico que tendrá alma de guitarra, cola de piano y alas de arpa. Otra mención y una pura trasparencia en su definición: Circula por la música española, diluida en sus venas y comunicándoles su hondo latir, la rara influencia de un extraño instrumento, instrumento fantasmagórico, gigantesco y multiforme, que idealiza la fantasía de un Albéniz, un Granados o un Turina. La guitarra, con una audacia sin precedentes, se opone a toda una orquesta. En todo momento es solista, pero la orquesta supone una verdadera delicia en cuanto se nos descubre como una orquesta transparente. Villegas es puente de transmisión en la línea que partiendo de Regino Sáinz de la Maza, alcanza a J. L. Rodrigo, con sus particulares acentos melismáticos, visibles en el universal Adagio, al que la vida rebuscaría insospechados vericuetos. El guitarrista, entregado en su entusiasmo, nos obsequiaría con un par de bises, vía Tárrega: la Jota- por lo que tiene de navarra- y Recuerdos de la Alhambra.
Anatoli Lyadov con el breve poema sinfónico El lago encantado Op. 62, una evocación de una criatura maléfica dentro de un ambiente sombrío que se inspira en el espacio de un lago al fondo de un bosque, al que solía acercarse para entregarse a sus solitarias meditaciones contemplativas, logrando en su conjunto un trabajo muy próximo a las estéticas del impresionismo, realzado por un estremecedor estado de entrega ensoñadora. Pieza breve y concisa, rareza para descubrir en su curiosidad. S. Rachmaninov con la Sinfonía nº 2, en Mi m. Op. 27, un ejercicio profundamente personal, que supera ostensiblemente al resto de sus obras sinfónicas. Ya desde el Largo-Allegro moderato, que desplegaba la necesaria dimensión en el desarrollo, con sorprendentes cambios de climas que redundaban la riqueza del mismo. El Allegro molto, resulta definitivamente un scherzo de considerable vitalidad. El Adagio- movimiento por excelencia de encopetado romanticismo y de sobrado reconocimiento-, concediendo el ideario artístico del compositor, y que abunda en el tratamiento de las virtudes más notables en cuanto a la materia musical que lo resume y que el Allegro vivace, confirmaría por la aparición de un estimulante ritmo de marcha. Director y orquesta, en punto de perfecta sintonía con el ruso, apuraron el sentimiento de ese romanticismo recalcitrante.
Ramón García Balado
Pablo Sáinz Villegas. Orquesta Sinfónica de Galicia / Dima Slobodeniuk.
Obras de A. Liadov, J. Rodrigo y S. Rachmaninov.
Palacio de la Ópera, A Coruña / Auditorio Mar de Vigo, Vigo
Auditorio de Ferrol, Ferrol.