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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Con sabor español (Orquesta de RTVE)

Madrid - 29/09/2020

Programa con neto sabor español el ofrecido en el previo a la temporada de la Orquesta Sinfónica de RTVE, hoy bajo la dirección de Manuel Hernández Silva. A saber: Falla por partida doble, escoltando al celebérrimo Concierto de Aranjuez de Rodrigo.

Un cartel, incluso la vistosa cuartilla repartida como programa de mano, que se asentaba en sus solistas: el guitarrista en el incombustible Concierto citado, Pablo Sáinz Villegas, y en el El amor brujo, la cantaora y bailaora, Estrella Morente. Vayamos, pues, por partes.

Para empezar, una bien presentada Primera suite de El Sombrero de tres picos dejó el listón en su justo lugar. Maneras y corrección en una estética romántica nacionalista que conviene a la acústica directa de esta sala. Excelente preámbulo para el que, a la postre, fue corazón y meollo de la velada: el Concierto de Rodrigo.

Y he de decir que, dado lo recurrente de esta obra, no lo había previsto. La disposición de todos y especialmente de Sáinz Villegas, fue modélica. Los calificativos citados unidos aquí al estimulante riesgo solista, dieron con la proporción para una interpretación destacada. Una interpretación, eso sí, sesgada, volcada en muchos aspectos, incluido los más tangibles y medibles temporalmente, hacia su movimiento más popular: el Adagio en el relativo menor del tono del Concierto. Una centralidad que conviene a la obra, aún cuando relegue la destreza formal de Rodrigo en su primer Allegro con spirito y la ligera elegancia danzable de su remate, Allegro gentile.

Permítanme dos anécdotas, una inicial y otra final. Empecemos por la última, la final: concluido el Concierto de Aranjuez, el reconocimiento expreso del solista al micro en momentos tan especiales para todos, se acompañó de una propina con el otro lugar común de la guitarra… Sí, lo han adivinado… el tildado como: “Romance anónimo”.

La anécdota de arranque fue, creo, más sabrosa. Unos indiscretos cámaras, justo frente al solista, metro y medio escaso, con conversaciones audibles desde mi posición… hubieron de ser amonestados por el propio guitarrista, parando de facto la ejecución del rasgueado inicial del Concierto.

Cuando he tenido el mismo problema sobre este mismo entarimado, entendí siempre que estas incomodidades, comentarios con el regidor, continuos pasos de hoja, traslados insospechados de cámaras en trípodes rodantes son... “gajes del oficio”. Los gajes por los que luego podemos disfrutar de su impoluta realización televisiva. Una realización, en ocasiones que he constatado en primera persona como profesor de órgano, no sólo profesional, sino brillante y admirable. Sin embargo, aplaudo la, en cierto modo, valiente iniciativa del solista en un momento en el que el silencio era urgente. Junto con el director, los únicos que podían, y debían, tomar dicha decisión. Se le aplaudió... y justamente. Los requerimientos de silencio son diferentes a otros géneros musicales y el concierto es ante todo... en vivo y en directo y, precisamente por ello, tiene valor añadido para los profesionales que intervienen a uno y otro lado de las cámaras. No es, ni nunca puede tratarse como tal, una “grabación con público”.

Afirmación que nos lleva a la última obra de un programa que, según mandan los cánones sanitarios, se ofreció sin descanso: El amor brujo. La música del ballet de Falla contó con la rutilante voz, cante, presencia y baile de Estrella Morente. Nada que objetar a todos los artistas sobre las tablas. Todo lo contrario. Es posible que, cuando este concierto sea oportunamente emitido, no sé si lo habrá sido ya al publicar estas líneas, constatarán una adecuada realización en lo visual y acústico que en apariencia contradiga estas líneas.

Pues bien, en lo primero, en lo visual, no voy a extenderme demasiado, dadas las limitaciones que suponen las circunstancias actuales que, pese al sucinto elenco instrumental, dejaron poco espacio para desarrollar el baile de Morente. Todo lo más, elogiar una danza que sorteó podio y director, y sus propios micrófono o silla, y, por momentos, se situó fuera de focos en los extremos del proscenio.

Respecto a lo acústico, sí que debo decir algunas palabras. Desde mi lugar, por lo demás privilegiado, escorado en primera línea del primer anfiteatro, la megafonía de la que dispuso Estrella Morente más que ayudar a escuchar su voz, confundió. No sólo por despistar de su foco sonoro frontal hacia los laterales y espalda, sino por sus propios parámetros acústicos dispares con el sonido directo in situ. Y de resultas, en general no se le entendió. Problema que se agudizó en los pasajes declamados... En casa del herrero...

Como dije, y estamos en lo mismo, probablemente esto no lo aprecien en el mismo grado en la grabación, e incluso podría parecer todo lo contrario. Pero no me voy a repetir. Lo dicho.

Luis Mazorra Incera

Estrella Morente y Pablo Sáinz Villegas.
Orquesta Sinfónica de Radiotelevisión Española / Manuel Hernández Silva.
Obras de Falla
y Rodrigo.
OCRTVE. Teatro Monumental. Madrid.

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