Tras una, algo vertiginosa y contundente por su forzado y esforzado planteamiento inicial (en triple rol de preludio, onomástica titular y exordio) Sinfonía de la Cantata Wir danken Gott de Johann Sebastian Bach en el conocido arreglo para órgano de Marcel Dupré, Paolo Oreni y un eterno Buster Keaton, ofrecieron al alimón un espectáculo pleno de genialidad: una improvisación (música de película en el sentido tradicional del cine mudo, con, eso sí, un punto de virtuosismo) sobre la impecable cinta El moderno Sherlock Holmes de Keaton. Con semejante material de base, el fracaso era imposible y de resultas, así sonaron las ostentosas demostraciones de entusiasmo a la postre.
Sin perder la noción de concierto, por técnica y ajuste del material, y sacrificando la imagen de la película de base por las limitaciones de la pantalla habitual de estos conciertos del ciclo Bach-vermut (no pensada, en principio, para menesteres fílmicos), Oreni lució las “infinitas” posibilidades tímbricas del instrumento, que, como vimos, son, si no infinitas, abundantes y sorprendentes.
Explotó, así, sin complejos los recursos de los diferentes teclados (los diferentes “órganos” más o menos característicos en su estética, que incluye en su seno este instrumento sinfónico). Recursos llevados al lado más satírico, más juguetón (scherzante) y onírico incluso, del instrumento. Un lado en el que ciertos registros característicos, los de lengüetas más agresivos por ejemplo (orlos etc.), se enzarzaban en tesituras y disposiciones acórdicas cerradas inusuales, extremas de su rango, fuera de la estética que los dispone y define (aún, siempre, dentro de la tonalidad).
Un verdadero “sintetizador” en manos de Oreni, que realzó las cualidades contrastadas de una película, en sí, genial sin paliativos, insisto. Un espectáculo brillante que, en su cometido, y ante semejante pura esencia y fábula del arte cinematográfico, pasó a un plano ilustrador más complementario que secundario.
Para terminar y a modo de propina, sobre la Toccata y fuga en re menor, en una actitud ecléctica, equidistante de las dos anteriores, una nueva improvisación remató la actuación de Oreni, entregado ya a la vistosidad virtuosa, en una función de cierre similar, en simetría, a la que realizara la obra inicial en tempi endiablados: con Bach antes y después de Keaton.
Luis Mazorra Incera
Paolo Oreni, órgano.
El moderno Sherlock Holmes de Buster Keaton: improvisaciones y obra de Bach-Dupré.
CNDM / Bach-Vermut. Auditorio Nacional de Música. Madrid.
Foto © Rafa Martín