Concierto de especiales connotaciones por los momentos que estamos viviendo y en agradecimiento a los abonados por su actitud comprensiva, hecho que fue resaltado antes del inicio por el gerente Andrés Lacasa Nikiforov y el director Dima Slobodeniouk, para un monográfico beethoveniano, a modo prueba de ensayo para la próxima visita al Festival Internacional de Música y Danza de Granada cita compartida con otras orquestas como la ONE, con J.Pons, y Elisabeth Leonskaia, antes de repetir con David Afkham, la O. Ciudad de Granada, completando la O. de la Comunidad Valenciana.
La obertura de Coriolano en Do m. Op. 62, abrió este sesión, con restringida asistencia de público y que actualmente se la acepta como una especie de morceau cèlébre, para las orquestas de todo el mundo. E.T.A. Hoffman en los comentarios dedicados en el Allgemeine Musikalische Zeitung, observará que el tema principal tiene el carácter de una inquietud imposible de calmar, de una nostalgia que nunca será satisfecha y explicaría como Beethoven superaría toda la contingencia histórica y anecdótica, la idea fundamental del drama: la rebelión y el fracaso del héroe empujado contra la sociedad y sus convencionalismos asfixiantes. Carli Ballola, dirá que es digna hermana del primer movimiento de la Quinta sinfonía en Do m. Op 67, en cuanto que manifiesta, en una forma que podríamos calificar de ejemplar, el clima espiritual del agonismo heroico y de trágico pathos que marca a las obras de la madurez beethoveniana. En un momento como el presente, nos puso a tono con semejante apreciación.
La Sinfonía en Do M. Op. 21, es un homenaje al mundo de Haydn, y así fue recibida, desde los compases iniciales del Adagio, pequeña obra maestra de táctica preparatoria o desde la serenidad del Andante, donde las obstinadas figuras rítmicas de los timbales hacen un guiño a la sinfonía del Reloj, hasta la jovialidad del último movimiento. Si bien parece que la asimilación del lenguaje clásico vienés, es indudable que en este primer ensayo toman ya forma los elementos que caracterizan a las sinfonías juveniles beethovenianas: el equilibrio tonal, la ausencia de experimentalismos demasiado aventurados, la búsqueda de la ampliación armónica en los desarrollos, la extensión de los movimientos.
En los estudios que Nottebohm, hace de los cuadernos de apuntes, Beethoven había pensado hacia 1795/6 escribir una sinfonía en Do m., después habría abandonado este trabajo (cuyo primer movimiento estaba esbozado y será tomado casi idénticamente como primer tema del final de la primera), y más tarde, hacia 1799 habría compuesto la Sinfonía en Do m. Op. 21. La crítica de la época, según citan los anales, debió ser bastante contradictoria y para un agudo comentarista de Leipzig, era la explosión desordenada de la ultrajante insolencia de un joven. Escuchar para creer, una vez que también nos enfrentamos a la otra sinfonía servida.
La Sinfonía nº 3, en Mi b M. Op. 55 (Heroica), obra destinada a convertirse en leyenda con el transcurso del tiempo gracias al poder convulso en una obra de estas características. Es verdad que la gestación resultó extraordinariamente larga, desde los primeros bocetos, aspecto que preludiaba elementos que configurarán el trabajo. Quedará, junto a la Novena, como una de las más extensas y el resultado provendría de la abundancia de bocetos producto de una tensión que parecía no encontrar reposo.
El período de trabajo, entre los años 1802/4, es suficientemente ilustrativo, añadiendo un aspecto muy conocido a tener en cuenta, la frustrada dedicatoria a Napoleón, que acabará rechazando una vez vista la actitud del personaje, que en un comienzo era un símbolo de una humanidad forjada por el espíritu de la Ilustración. En el Finale: Allegro molto, se aprecia su construcción sobre la forma y el esquema de la variación, recuperando además el cuadro final del ballet Las criaturas de Prometeo.
Ramón García Balado
Orquesta Sinfónica de Galicia / Dima Slobodeniouk.
Obras: monográfico de Beethoven
Palacio de la Ópera, A Coruña