Dadas las circunstancias y el contexto europeo y mundial en el que se cierran las salas de concierto durante tiempo indeterminado, o se cancelan temporadas enteras de conciertos o de ópera, es casi un milagro la posibilidad de poder asistir a un concierto y además llenar la sala (por supuesto, dentro de las limitaciones impuestas por la emergencia sanitaria).
Eso es lo que consiguieron Jordi Savall y Pedro Estevan en este primer concierto de la temporada 20/21 del Círculo de Cámara que organiza el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Era una ocasión especial, ya que, según explicó el propio Savall tras el primer bloque de piezas, en esta sala había dado su último concierto previo a la pandemia y este era el primer concierto en España tras el gran confinamiento de la primavera y tras haber pasado él mismo la enfermedad.
El recital que nos presentaron Savall y Estevan llevaba por título “Oriente-Occidente. Diálogo de las almas”. Se trata de un programa en tres bloques, en los que cada uno de ellos está dominado por un instrumento (en el primero un rebab de finales del siglo XIV, en el segundo una viola da gamba soprano italiana de ca. 1500 y en el tercero un rabel italiano de mediados del siglo XV) con el que Savall encadenaba piezas de diferentes procedencias y estilos: desde un saltarello del Trecento italiano a danzas armenias y bizantinas, pasando por música tradicional bereber, siria o sefardí. Efectivamente se trataba de crear un diálogo entre las diferentes culturas mediterráneas, diálogo en gran parte perdido hoy en día.
Cada uno de los bloques estaba perfectamente hilado ora con pequeñas improvisaciones de Savall para viajar de una pieza a la siguiente, ora con Estevan a la percusión creando atmósferas sonoras o preludiando danzas. Una cosa que me maravilla como músico al ver a dos leyendas que llevan tantos años tocando juntos, compañeros de viajes y conciertos, es precisamente ese diálogo al que alude el título del concierto. La comunicación entre ellos, casi telepatía, a la hora de tocar es alucinante, es lo que hace que momentos como los vividos el pasado domingo sean mágicos. Una comunicación que hace que olvidemos pequeños problemas de afinación o falta de limpieza del sonido en ciertos momentos.
Todo eso forma parte del factor humano y quien quiera algo perfecto que se ponga un disco. Pero la emoción del directo, el silencio creado en el público en todo momento (sólo roto por el crujir del suelo del Fernando De Rojas cuando alguien decidía abandonar o entrar en la sala, algo a lo que deberían prestar atención desde la organización, así como algunos problemas en la asignación de butacas), la comunicación con el público... Eso no hay grabación ni vídeo era Covid que lo pueda sustituir.
Esperemos que el resto de la temporada sea tan exitosa como augura este primer concierto. Felicitar a la dirección del Círculo de Bellas Artes y a Antonio Moral y su equipo por la valentía y el riesgo que conlleva la programación artística en estos tiempos convulsos en los que de un día para otro todo puede cambiar y el esfuerzo de adaptación a las nuevas circunstancias. Y bravo al público que se comporta de forma ejemplar, respetando las normas higiénicas y demostrando que la cultura es segura.
Diego Fernández Rodríguez
Oriente – Occidente: Diálogo de las almas
Jordi Savall, lira de arco, rabel y rebab
Pedro Estevan, percusión
Teatro Fernando de Rojas, Círculo de Bellas Artes
Foto © Círculo de Bellas Artes