La Galería de Colecciones Reales, el nuevo espacio museístico de absoluta referencia que los afortunados habitantes de Madrid hemos visto nacer recientemente añadiéndose así a su vasto conjunto de espacios culturales épicos, acaba de cumplir su primer año de existencia. Se ha convertido en uno de los museos imprescindibles de la vida cultural de nuestro país, y es una lección de historia espectacular, apasionante y de la que nadie debe dejar de disfrutar su fascinante y asombroso contenido.
Los responsables de la Galería han querido celebrar este su primer año de vida poniendo en contexto su colección del mejor modo posible, poniéndolo en contexto con las demás disciplinas artísticas contemporáneas. En la ocasión que tuvimos la suerte de disfrutar se organizaron dos jornadas que ofrecieron tres mini conciertos, de aproximadamente media hora de duración cada uno, desarrollados en tres espacios emblemáticos del edificio, pertenecientes a tres épocas bien diferenciadas de la historia de España.
Para seleccionar a los tres grupos de música de cámara participantes que nos ofrecieron joyas musicales de nuestro extraordinario legado musical, se decidió contar muy acertadamente con la participación de uno de los programadores musicales más conocedores de nuestro panorama musical actual, Pepe Mompeán, cuya labor y trayectoria deben reconocerse como de verdadero amor hacia nuestro patrimonio musical a través de su difusión con la máxima calidad posible y con los criterios históricamente informados con los que cuentan nuestras numerosas agrupaciones musicales, que permiten una correcta aproximación e interpretación de nuestra música.
El evento se organizó en tres grupos de 100 personas que fueron rotando por los tres espacios elegidos en que se desarrollaron los conciertos, con lo que así todo el público asistente pudo disfrutar de exactamente el mismo espectáculo en distinto orden, obligando, eso sí, a que cada grupo musical participante tuviera que realizar su actuación musical tres veces. Los lugares se escogieron cuidadosamente para que coincidieran cronológicamente con el período musical de cada concierto, y debemos señalar que la acústica de todos ellos fue inmejorable, algo verdaderamente excepcional, dado que ninguno de los tres lugares fue concebido como espacio para realizar conciertos, sino que fueron tres espacios expositivos los que acogieron los espectáculos.
El primer ámbito escénico de la velada fue la denominada Sala de la Muralla, un insólito espacio que permite asomarse al núcleo más antiguo de la ciudad de Madrid, los restos arqueológicos de su muralla original que nos sitúa en el siglo IX desde un edificio del siglo XXI. En este enclave mágico y en su penumbra aconteció el primer episodio musical a cargo de Cantoría, grupo especializado en la interpretación de la polifonía vocal del Renacimiento ibérico. El repertorio escogido no pudo ser más apropiado, puesto que escuchamos en su mayor parte algunas de las piezas conservadas en el Archivo General de Palacio, más concretamente del Cancionero de Palacio, manuscrito que contiene obras recopiladas durante un periodo de unos cuarenta años, desde el último tercio del siglo XV hasta principios del XVI, tiempo que coincide aproximadamente con el reinado de los Reyes Católicos. Escuchamos algunas de sus piezas más conocidas, tanto sacras como profanas, y de autores tan emblemáticos como Juan del Encina o Pedro de Escobar. Hemos de agradecer las palabras introductorias pronunciadas por el director de grupo, Jorge Losana, antes de la intervención musical, algo que indudablemente acercó su música al público e hizo comprenderla más acertadamente. En su versión más íntima, Cantoría estuvo compuesta por cuatro cantantes, acompañados por el laúd de Pablo FitzGerald, a quien tuvimos el gran placer de escuchar en una ocasión tan íntima como esta, puesto que el volumen del laúd es de una fragilidad tan acorde con la belleza de quien en está ocasión lo tañó. FitzGerald demostró una sutilidad y buen gusto sublimes en la difícil labor de acompañar y reducir la polifonía vocal para su instrumento y estuvo siempre atento a todas las intervenciones de sus compañeros de Cantoría para acompañarlos y enriquecerlos adecuadamente. En el apartado vocal, pudimos disfrutar de la soprano Inés Alonso, de bello timbre y cristalina voz, que supo mantener el volumen adecuado para la correcta audición de sus tres colegas. La joven mezzosoprano Belén Herrero fue la grata sorpresa de la noche, puesto que esta fue la primera vez en que tuve la ocasión de escucharla, manifestando una voz de una gran riqueza tímbrica, inteligencia musical y gran expresividad, especialmente mostradas en Pues que tú, Reyna del Cielo de Juan del Enzina, que gracias a su textura a tres voces pudo destacar en ella. Jorge Losana fue un tenor sutil, de gran ligereza y musicalidad, quien efectúo unas labores de dirección musical muy contenidas, siempre acordes a cada pieza y dejando que fueran los grandes músicos que le acompañaron en esta ocasión los que desarrollaran una labor de música de cámara en favor de cada obra. El bajo Víctor Cruz confirió al conjunto de un rotundo sostén armónico en donde su natural y bella voz incurrió en una gran labor narrativa en el formidable romance Una sañosa porfía de Juan del Enzina.
Cantoría concluyo su actuación con la ensalada El Jubilate de Mateo Flecha ‘El Viejo’, fabulosa pieza de nuestro patrimonio musical que es una dicha de alegría, variedad musical y alto entretenimiento, sin desdeñar su primordial carácter religioso, que le confiere gran labor adoctrinadora. Su interpretación fue de un alto nivel, verdaderamente expresivo, con su texto y formas musicales de fluir fácil y de trabajo impecable.
A continuación, nuestro grupo de asistentes fue conducido de manera amable y siempre atenta a sus inquietas preguntas por el personal de Patrimonio nacional hasta el lugar de la próxima actuación, en el denominado Ámbito de Felipe IV, un lugar habilitado con sillas entre las impresionantes obras de arte que atiborran la estancia. Entre ellas, destacamos el lienzo bajo el que se situaron los músicos, nada más y nada menos que Caballo blanco de Diego de Velázquez, pero que se encuentra expuesto entre impresionantes obras de arte, entre otros, de José de Ribera ‘El Españoleto’, Caravaggio, o de Pedro Pablo Rubens. En este marco incomparable, el atónito público fue recibido por las amables, pedagógicas y animosas palabras de Isaac M. Pulet, director artístico de Opera Omnia, el segundo de los grupos españoles en actuar, sobre el repertorio escogido, consistente en tonos humanos del teatro español del siglo XVII, de autores tan emblemáticos como Juan Hidalgo, Martín y Coll o Diego Fernández de Huete. Como Pulet es violinista y este repertorio consiste en una solista vocal con bajo continuo, éste permitió que el grupo al completo actuara sin su presencia, permitiendo una libertad total de sus experimentados y excelentes músicos, que estuvieron conformados por la arpista Sara Águeda en el arpa de dos órdenes y la violagambista María Alejandra Saturno. Ambas demostraron un dominio absoluto del difícil arte del bajo continuo en las piezas vocales, que fueron mayoría en el repertorio, sin desaprovechar la ocasión de mostrar sus excelentes habilidades en una pieza instrumental, la Folía de martín y Coll, pieza que representa un género tan español que podríamos denominar como una representación del sentir musical de la época con esa armonía tan marcadamente hispánica y que Martín y Coll elaboró con tanto gusto y que supone un lucimiento tanto expresivo como virtuosístico de sus intérpretes, especialmente para la violagambista, y que fue desarrollado con una limpieza, musicalidad y habilidad encomiables por María Alejandra Saturno en la variación más veloz y deslumbrante.
De quien debemos hacer especial mención fue de la solista vocal elegida para la ocasión, la mezzosoprano Laura Orueta, quien fue una absoluta delicia en toda su escucha, tanto por su preciosa voz, -qué bonito, dulce y personal timbre posee-, como por su expresividad, técnica vocal y dicción del texto, absolutamente expresivo y con una declamación exquisita y de una inteligibilidad transparente. Laura Orueta está destinada a regalarnos incontables momentos inolvidables con las máximas agrupaciones nacionales e internacionales. Su luminosidad se acrecentó con una ironía llena de desparpajo en Ay que me río de amor de Juan Hidalgo, para concluir con una expresivo y serio cambio de afecto que cerró la intervención de Opera Omnia brillantemente con No hay que decirle el primor, de autor anónimo.
El cada vez más impresionado público, tanto por su entorno como por las intervenciones musicales presenciadas, fue conducido hasta el siguiente espacio derl tercer y último momento musical, el llamado Gabinete musical, lugar en donde se encuentran expuestos algunos de los formidables instrumentos musicales históricos de la colección de Patrimonio Nacional, entre ellos el piano armario de Carlos IV, construido por Francisco Flórez, un arpa de finales de siglo XVIII firmada por Godefroy Holtzmann, el arpa de Juan Riudavets de 1818, o el piano de mesa atribuído a Juan del Mármol. Allí nos aguardaba amablemente Gara Quartet, el tercer y último grupo de la jornada. Jesús Merino, su primer violín, puso en contexto de un modo muy cercano el repertorio que interpretarían, basado en dos cuartetos de Cayetano Brunetti y Luigi Boccherini, pero que, por motivos de tiempo, se fusionaron creando una única obra a modo de pasticcio, conformando un cuarteto con sus cinco movimientos, Allegro moderato, Largo cantabile, Tempo de minueto, Flebile y Prestissimo. Brunetti 7 Boccherini, considerados ya actualmente como compositores españoles a todos los efectos, fueron homenajeados del mejor de los modos por Gara Quartet, quienes deslumbraron con su calidad tanto individual como colectiva. En los dos primeros movimientos, los de Brunetti, sobresalió sobremanera Jesús Merino como violinista dada la factura der la obra, puesto que Brunetti compuso sus cuartetos de cuerda como un lucimiento del primer violín, regalándole el protagonismo de la pieza, mientras que mantuvo a los otros tres instrumentos como necesarios músicos de complemento armónico. Merino aquí nos deleitó con una sonoridad rica, ampulosa y realmente rica de la partitura de gran belleza, mientras que sus colegas se mantuvieron como un seguro y lujoso terceto acompañante. Los tres movimientos restantes, los de Boccherini, permitieron mostrar la calidad fastuosa de todos y cada uno de los miembros de Gara Quartet. Así, Lorena Padrón, asombró con su sonoridad especialmente bella en los momentos más líricos, pero dio muestra de un carácter espléndido en los grandes contrastes mostrados en la interpretación de la obra de Boccherini, algo a lo que se sumaron sus compañeros. La labor de Candela Gómez en el violonchelo fue igualmente esplendida, demostrando un dominio técnico absoluto del instrumento y una acertada y sólida sonoridad en el registro grave que confirió al cuarteto una estabilidad fabulosa. Iván Sáez Scwartz en la viola mantuvo un activo diálogo musical con todos sus compañeros y destacó en todas sus intervenciones con su bella sonoridad de la viola y sumando brillantemente calidad musical al conjunto. Asistimos, créanme, a una interpretación referencial de estas obras de alguna de nuestra música más brillante, que todavía tiene un largo recorrido interpretativo, tanto por intensidad musical, como por belleza sonora.
Los cálidos aplausos de la audiencia demostraron el alto grado de satisfacción de todos los presentes, quienes pudieron interaccionar con los tres grupos musicales al final de la velada, así como disfrutar de unos inolvidables paseos por las excepcionales instalaciones y las joyas de la colección de la Galería de Colecciones Reales.
Simón Andueza
Cantoría. Pablo FitzGerald, laúd, Jorge Losana, tenor y director.
El Cancionero de Palacio, Los Reyes Católicos y Los Austrias.
Obras de Juan del Enzina, Pedro Escobar, Mateo Flecha ‘El Viejo’ y anónimas. Sala de la muralla.
Opera Omnia. Laura Orueta, mezzosoprano, Isaac M. Pulet, director artístico.
Canciones del Siglo de Oro.
Obras de Diego Fernández de Huete, Juan Hidalgo, Martín y Coll y anónimas. Ámbito de Felipe IV.
Gara Quartet.
Maestros de reyes.
Obras de Cayetano Brunetti y Luigi Boccherini. Gabinete Musical.
Noches Mágicas en la Galería. Galería de las Colecciones Reales, Madrid. 4 y 5 de julio de 2024, 21:00 h.