El segundo concierto de la primera gira por las tres capitales de la comunidad valenciana de la última promoción de la Joven Orquesta de la Generalitat Valenciana, que reúne en su plantilla cerca de una veintena de componentes menores de edad, ha contado con la participación de uno de los valores más en alza de la dirección orquestal de nuestro país como es Jaume Santonja, recientemente nombrado Principal Director Invitado de la Orquesta Sinfónica de Milán, y la presencia del más que prometedor joven violonchelista valenciano Carlos Vidal, interpretando el famoso Concierto en Mi menor, Op.85 de Edward Elgar que, junto al de Antonín Dvořák, ostenta rango privilegiado en este particular repertorio concertante, llegando a ser considerado como una de las obras por la que su autor es conocido universalmente.
Ambos intérpretes han convenido acertadamente con los planteamientos expresivos que requiere la introspectiva inspiración elegíaca de la obra ya desde la introducción del primer movimiento, donde el solista invita al oyente a situarse en el centro de la orquesta como espectador privilegiado. El intercambio temático del primer movimiento generó la sensación de un equilibrio expositivo que facilitaba la razón de ser de sus pentagramas, poniéndose de manifiesto el buen entendimiento alcanzado en la concertación hasta llegar a la escucha de su primer motivo, antes de terminar con unas inquietantes notas punteadas en el violonchelo. Después de una bien ahormada transición, Vidal se lanzó a la volátil y veloz melodía que determina el segundo tiempo, como queriendo superar el estado oscuro y sombrío del primero, encontrándose así en un sobrevenido estado de felicidad. Su agilidad de articulación y precisión de arco le sirvieron para transmitir tal carácter emocional fijando la vibrante dinámica de su discurso.
La capacidad de canto del violonchelista quedó instantáneamente de manifiesto en el inicio del Adagio que sirvió para confirmar el pulso de Jaume Santonja generando la expresividad nocturnal que encierra, lo que propició uno de los momentos de mayor encanto de la velada. Todo parecía producirse en una paradójica detención del discurrir del suceso musical que invitaba al oyente más a la meditación que a la escucha. La interpretación volvía a su máxima objetividad en el Allegro conclusivo de la obra en el que ambos líderes de la acción supieron asumir la función de responsables de esa particular dialéctica de fuerzas oponentes al desarrollarlas con la intensidad que todo planteamiento concertato requiere; la orquesta queriendo prevalecer en el diálogo y Carlos Vidal justificando su función alternativa hasta llegar a ese solo tan esencial donde supo concentrar todas las tensiones anteriores desarrollando un ejercicio de proyección interior del sonido, mostrándose con claridad la temprana madurez de este violonchelista como cualidad necesaria para desarrollar una brillante carrera. La cálida y entusiasta respuesta del público le llevó a ofrecer un bis de sobrada sustancia virtuosística como la que contiene en el tercer movimiento de la Suite para violonchelo solo de Gaspar Cassadó, un intermedio y danza, en el que las capacidades técnicas para su interpretación parecen prevalecer sobre su inspiración, dualidad que supo amalgamar en ese difícil equilibrio que ha de reflejar la deseable y necesaria musicalidad de un intérprete llamado a realzar lo mejor de cada obra.
Por el equilibrio obtenido en la exposición de la Obertura en Do de Fanny Mendelssohn, que abrió el programa, y por su modo de concertar no cabe sino admirar la forma de dirigir de Jaume Santonja. Así se pudo disfrutar en el momento determinante de su actuación que llegó en la segunda parte del concierto con la suite sinfónica Sheherazade, Op. 35 de Nikolái Rimsky-Kórsakov, todo un referente y ejemplo de la mejor instrumentación orquestal posible que se pudo dar a finales del siglo XIX, y modelo a experimentar para ensamblar una formación musical novel. El maestro bocairentino echó el resto de su saber y entender demostrando haber realizado un trabajo de preparación encomiable con tan jóvenes músicos dado el resultado de su excelente interpretación.
Con una atención al carácter descriptivo de la obra, supo mantener en todo momento su esencia poética, estimulando constantemente desde su cuidada cinética la tensión necesaria para su consecución. Tuvo en el concertino, David Ruiz del Canto, un excelente colaborador en la ejecución de sus diversas transiciones, demostrando una dotes violinísticas verdaderamente admirables, al generar esos cambios de ambiente en el discurrir de la obra que impulsaban las contrastantes intervenciones de la orquesta, que funcionaba con una eficacia equivalente al entusiasmo vivido y sentido por todos sus componentes comprendiendo y ejecutando las indicaciones de este joven maestro, que se percibe cuajado en experiencia, sensibilidad y elegancia a las que acompaña una eficaz claridad expositiva, faceta natural de su personalidad musical que le facilitará una carrera exitosa en el pódium.
José Antonio Cantón
Joven Orquesta de la Generalitat Valenciana
Solista: Carlos Vidal (violonchelo)
Director: Jaume Santonja
Obras de Edward Elgar, Fanny Mendelssohn y Nikolái Rimsky-Kórsakov.
Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA). 14-IV-202