El prolongado y paciente pedal sobre tónica de la Toccata y fuga en fa mayor de Johann Sebastian Bach dio comienzo al Bach-Vermut que protagonizara Christian Schmitt al órgano de la sala sinfónica del Auditorio Nacional de Música.
Una Toccata correcta, vistosa a la postre, en la que planteó una suerte de cambio de registro interior que permitió una ascensión gradual con final contundente.
Un final con el que el público no se pudo sustraer de aplaudir pese a que la obra, en su configuración definitiva, se continúa con una fuga. Una muestra más de la (tan) diferente datación de esta toccata y su fuga, casi veinte años más joven.
La variedad de registración en la fuga, así como una clara articulación de sus diferentes secciones, dio, en menor medida que con la toccata, con otro final resolutivo.
Como contraste, de Arvo Pärt, Annum per annum. Una pieza en siete partes cuyas escuetas características y desarrollo quizás precisen de otras acústica y reverberación del entorno, menos claras de las que ofrece este sala sinfónica del Auditorio Nacional. Reflexiones que realizo, por cierto, al hilo de las sencillas, adecuadas y cálidas presentaciones que indicara el propio intérprete al micrófono, entre pieza y pieza.
De Jean Langlais un comprometido Estudio de concierto para pedal solo nº 7, "¡Alleluia!". Interesante partitura, indicada para el meollo contrastante del programa.
Distensión de nuevo, con Bach y su preludio coral Schmücke dich, o liebe Seele para acometer, de Franz Liszt, el definitivo Preludio sobre "Weinen, Klagen, Sorgen, Zagen" de J. S. Bach.
Una obra grande sobre el papel, que remataba este ramillete equilibrado de partituras, para terminar, así, una propuesta ajustada en tiempo y forma, a los usos de este ciclo, antes de un discreto preludio coral de Bach de propina.
Luis Mazorra Incera
Christian Schmitt, órgano.
Obras de Bach, Langlais, Liszt y Pärt.
CNDM/BACH-vermut. Auditorio Nacional de Música. Madrid.
Foto © Rafa Martín