William Byrd es, por estos pagos al menos, una propuesta rompedora, una propuesta "con perspectiva" para arrancar un programa de concierto sinfónico, además, con frecuentado repertorio romántico a la postre.
Bajo la dirección de Marzena Diakun, el Coro de la Orquesta de la Comunidad de Madrid ofreció de inicio y a cappella, el Ave verum corpus del citado inglés, junto a Tres himnos latinos de Gottfried Berg. Dos particulares "Bes"...
Un comienzo litúrgico y conciso, en cierto modo, severo, que preparaba, quizás por oposición pero eficazmente, unos extrovertidos Salmos de Chichester de Leonard Bernstein (curiosamente, también por la "Be"). La tercera hoy.
Entrada de un revelador primer movimiento, el momento más estimulante de esta tarde-noche, a la que siguió el solo de Carlos Mena, contratenor, en el más lírico y de característica modalidad, segundo movimiento de esta singular pieza sinfónico-coral.
Voz solista que aportó proyección y una necesaria calidez, para una página atractiva y plena de dinamismo que contaba, también, con sus solistas desde el propio coro, no nos olvidemos. Cada uno con su diverso potencial, sí, pero que, junto al propio coro y la orquesta, conformaron una versión solvente, especialmente en su comprometido último movimiento en que entran todos a colación con bienintencionado protagonismo vocal sobre el papel.
Siguiendo por la cuarta "Be" de hoy... ¡Berio... nada menos! Aunque, eso sí, en un perfil más que convencional: Si fuera un pez, breve, casi fugaz canción de amor siciliana para despedir con Luciano Berio al coro mixto en aquella textura a cappella que había presentado este programa de inicio.
La Cuarta sinfonía de Johannes Brahms remataba, de forma ya absolutamente convencional, este dispar programa. Una quinta "Be", la del del apelativo del de Hamburgo, una "Be" ya institucionalizada en dicho ilustre papel: el de ser una de las (supuestas) "Bes mayúsculas" (la tercera) en la historia de la música.
Una obra sinfónica que siempre pone a prueba, no sólo la limpia lectura, la seguridad en los tempi y la resolución de podio y orquesta, sino su personal lirismo, el plástico contraste dinámico, la imprescindible continuidad sinfónica, la densidad orquestal, el carácter y, sobre todo, exige vertebrar y transmitir un control formal en las medias y grandes dimensiones, por encima de lo habitual en otros autores del repertorio, y todo, al margen del posible efectismo de un relato, hoy, tenaz, pragmático y técnico.
Luis Mazorra Incera
Carlos Mena, contratenor.
Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid / Marzena Diakun.
Obras de Berg, Berio, Bernstein, Brahms y Byrd.
ORCAM. Auditorio Nacional de Música. Madrid.
Foto © Lukasz Rajchert