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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica - Ciclo Satélites y Cuarteto Kinnara

Madrid - 07/02/2020

El Cuarteto Kinnara, formación integrada por cuatro instrumentistas pertenecientes a la Orquesta Nacional de España, ofreció el pasado lunes 3 de febrero de 2020 en el Auditorio Nacional de Música su concierto titulado “Luces y sombras en la música para cuarteto de cuerda” como parte del Ciclo Satélites de la propia agrupación nacional, con un programa atractivo y variado desde el punto de vista estilístico comprendido respectivamente por el segundo cuarteto del opus 20 de Haydn y el octavo cuarteto de Shostakovich.

Con una sonoridad fundamentada en un continuo equilibrio entre los cuatro instrumentos, encontrando siempre el espacio adecuado para la resonancia, un buen balance, la correcta integración de los planos sonoros y una buena afinación general, el apasionante recorrido que planteaba el repertorio condujo al público presente a diferentes dimensiones en las que tuvieron cabida diversas emociones, afectos y sentimientos. Entre las miembros de esta prometedora agrupación, con una trabajada personalidad, resulta importante reseñar cualidades como la presencia musical, clara, brillante y precisa de la violín primero, Jone de la Fuente, la empatía y la homogeneidad mostradas continuamente de forma respectiva por la segundo violín, Elsa Sánchez, alternando entre su papel de acompañamiento y sus intervenciones solistas, en las que generó una gran proyección, la claridad en la precisión técnica de la violista, Alicia Salas, y la versatilidad de la violonchelista, Mireya Peñarroja, para combinar entre su función de soporte y sus también concretas intervenciones solistas, de forma específica en registros agudos, ofreciendo un hermoso sonido.

En la primera parte, la versión del cuarteto de Haydn se encontró enfocada a la búsqueda de una relación con el sobrenombre de la temprana colección de cuartetos del opus 20 de autor, denominada “del Sol”, en la que destacó una formidable brillantez luminosa en el primer movimiento, con un perfecto empaste en las intervenciones a dúo, especialmente entre ambos violines o entre el violín segundo y la viola, la faceta del claroscuro con la estructura simultánea de recitativo y de aria del segundo movimiento, predominando una elegante adaptabilidad entre la disposición de las secciones al unísono y las secciones de melodía con acompañamiento, la reminiscencia popular en el minueto, con una delicada danza bien presentada a una aproximación de la imitación de la típica sonoridad de gaita, y la influencia del estilo contrapuntístico antiguo en la extraordinaria fuga a cuatro sujetos del cuarto movimiento, en la que prevaleció la elección de un tempo particularmente vivo, abordado con una maravillosa precisión y virtuosismo, con el que las intérpretes hicieron gala de su exquisito dominio, aunque sin perder su esencia de refinamiento galante.

En la segunda parte, la versión del cuarteto de Shostakovich, posiblemente el más famoso de su amplia producción para este conjunto de música de cámara, que del mismo modo retrata en cierto sentido la esencia vital del contexto histórico de la sociedad soviética del compositor, comenzó a través de una ambientación de la sala propicia para esta creación, con una iluminación sumergida en la oscuridad desde la que emergió el protagonismo del grupo en primer término. La combinación de sensaciones proporcionó un colorido y una atmósfera completamente acorde hacia la música, evocando una impactante imagen de desolación tanto al inicio como al final del recorrido de la obra, contrastando la agitación del segundo movimiento, con períodos particularmente impactantes en el violín primero y en la viola, la sátira burlona hacia el mandato autoritario en el grotesco vals del tercer movimiento, bien equilibrado en planos sonoros, y la cohesión del ensemble en el incisivo motivo del cuarto movimiento, clara alusión a los horrores de la guerra, frente al solitario recuerdo distante del violín primero, únicamente esclarecido por la luminosa esperanza concebida desde la preciosa melodía del violonchelo en modo mayor y en registro agudo, transmitida mediante una delicada ejecución.

La velada finalizó con una humorística composición paródica del propio Shostakovich a modo de propina que suavizó el impacto generado, hallando un cálido reconocimiento como conclusión por parte de los asistentes.

Abelardo Martín Ruiz

LUCES Y SOMBRAS EN LA MÚSICA PARA CUARTETO DE CUERDA
3 de febrero de 2020, 19:30 horas
Auditorio Nacional de Música de Madrid, Sala de Cámara

Obras de:Franz Joseph Haydn (1732-1809) y Dmitri Shostakovich (1906-1975)
Cuarteto Kinnara: Jone de la Fuente, violín primero; Elsa Sánchez, violín segundo; Alicia Salas, viola; Mireya Peñarroja, violonchelo

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