El Festival Castell de Peralada cerraba su edición número 36 con una última noche bajo las estrellas a cargo del cubano Carlos Acosta. El bailarín reestrenaba su trabajo On before, dedicado a su madre, fallecida en 2010. Presentado por Norwich Theatre, el espectáculo comenzó una nueva gira en 2021. En esta ocasión, en lugar de estar acompañado por la entonces directora del Royal Ballet, Zenaida Yanowsky, Acosta bailó con la cubana Laura Rodríguez, bailarina que forma parte de su compañía Acosta Danza. La compañía vio la luz en 2015, cuando en Cuba solo existía el Ballet Nacional, orientado al clásico y Danza Contemporánea Cubana. El objetivo de su proyecto no fue otro que el de situarse en medio de los dos estilos, con intención de albergar en su academia todas las danzas sin distinción, desde la contemporánea al ballet, pasando por el flamenco y el afrocubano. Nada más arrancar Acosta Danza, el Festival Castell de Peralada acogió al bailarín con los brazos abiertos, manteniendo hasta la fecha una estrecha y fructífera relación.
La pasada noche del 6 de agosto, On before daba comienzo con la pieza del mismo nombre, concebida por el coreógrafo inglés Will Tucket. Con un interesante diseño de luces, Laura Rodríguez y Acosta fueron creando cuadros a dúo para dar luego espacio a una interpretación solista de ella, al ritmo de las palabras que sonaban enlatadas desde los altavoces. Siguieron obras como la del coreógrafo Miguel Altunaga, Memoria, en la que Acosta bailó entrando y saliendo de un círculo de luz, mostrando una agilidad y una precisión propias de un bailarín veterano, acompañado de música electrónica. También pudimos disfrutar de Sirin de Yury Yanowsky y Two de Russell Maliphant. En esta última, Acosta dio todavía más de sí en cuanto a rapidez y precisión. Los movimientos contaban una historia a dúo con la música que iba sonando cada vez con más intensidad. Al término de este último baile, se cerró el telón dando fin a la primera parte del espectáculo.
La segunda mitad comenzó con Footnote to Aston, de la coreógrafa danesa Kim Brandstrup. En un escenario repleto de velas, la bailarina Laura Rodríguez se hizo un solo verdaderamente maestro. Al acabar, un velo traslúcido se dejó caer para proyectar Falling Deep Inside, de Estudio 50, que reflejaba a un Acosta más joven, mezclando fragmentos de las coreografías presentadas con imágenes de desnudos y agua a cámara lenta. Todo ello con el objetivo de preparar el escenario para Nosotros, de Beatriz García y Raúl Reinoso, una coreografía añadida de forma novedosa al espectáculo que originalmente estaba compuesto de ocho números. Desde luego, esta nueva incorporación fue de lo más acertada. Un número a dúo, en el que la pareja jugaba con las luces y describía, en el movimiento, la relación entre dos personas con sus agitaciones y sus calmas. El sutil toque final de Rodríguez saliendo del escenario y, en un último gesto, volver la cabeza hacia él, con la mirada iluminada levemente por un foco, arrancó un aplauso enfebrecido por parte del público.
Las dos últimas piezas, autoría del propio Acosta, fueron Hands Duets y O magnum Mysterium. En la primera, la pareja jugaba a dejarse caer, a abrazarse y separarse y, en definitiva, a expresar la vida misma en cuanto a las relaciones personales: la vulnerabilidad del amor de la mano de lo que une y desune. La segunda, O magnum Mysterium, fue una coreografía concebida junto con Zenaida Yanowsky, al final de la cual, el coro O vos Omnes, que durante todo el espectáculo había formado parte de la escena representando, quizá, la muerte que acecha, con los músicos vestidos de negro deambulando por el escenario, por fin tuvo su momento. Se fueron escuchando desde la nada unas voces que, de tan empastadas, hubieran podido pasar por música enlatada. Poco a poco los músicos fueron acercándose al borde del escenario, ensanchando el sonido, moldeándolo como una esfera perfecta que parecía elevarse por encima de la audiencia. El patio de butacas callaba estupefacto. Con las respiraciones en vilo nadie de los que allí estábamos sentados podía quitar los ojos de los poco más de veinte músicos que nos cantaban de manera sublime la obra de Morten Lauridsen.
Acabar así la noche fue poner el broche de oro. Acosta tiene como objetivo muy claro acercar la disciplina del baile a una nueva audiencia y desde luego este es el camino. Incorporar proyecciones, música en directo, ir de lo clásico a lo electrónico, dotar de variedad un espectáculo que podría haber quedado en lo tradicional es querer seguir hacia adelante, probar, innovar. Y desde luego, ganas no le faltan. Con dos compañías para dirigir, una academia de danza que supervisar y padre de tres hijos, Carlos Acosta sigue activo y muy activo. Formará parte del jurado en la próxima edición del Carmen Mateu European Award, cuyo ganador hará residencia con Acosta Danza para preparar una pieza que se presentará en el Festival de Peralada en 2024.
Así concluye un festival lleno de magia que ha tenido este año un 85 por ciento de audiencia con un total de 12.750 espectadores. Con suerte, no tendremos que esperar al próximo verano para volver a la comarca catalana del Alto Ampurdán, ya que el festival ha decidido crear una programación específica para Semana Santa: un nuevo ciclo de conciertos que se celebrarán en la Iglesia del Carmen. A su vez, el festival ha sido escogido como anfitrión de la asamblea general de la European Festivals Foundation para abril del 2023. Una asamblea que reúne a los certámenes de música, teatro, danza y artes multidisciplinares de Europa y el mundo: 200 participantes de 120 festivales.
Alicia Población
Festival Castell de Peralada
Carlos Acosta (Acosta Danza, Ensemble o Vos Omnes)
Foto © Joan Castro