Ildebrando Pizzetti con Los tres preludios sinfónicos para el Edipo Rey de Sófocles. Asistente de dirección en el Teatro Reggio de Parma, a modo de trabajo alimenticio, pesará en el nacimiento de obras como estos Tres preludios sinfónicos- con lo que aportan de música casi incidental-, obra pues de tanteo, que marcará una impronta evolutiva ya que demostraba esa aproximación a la mitología helénica, entremezclada con una pasional fantasía dentro de la imaginable recreación de atmósferas. Conseguirá aflorar en esta curiosidad una decidida unidad de concepto, que le llevará a adentrarse de inmediato en la poética de D. Annunzio en I pastori. Volviendo a esos orígenes, el autor fue partícipe de un amplio legado en el que convivieron las límpidas estructuras heredadas de los primeros maestros italianos y una profunda meditación sobre la tradición recibida de los elementos líricos del romanticismo tardío. Rizzi nos puso al quite de esa ligereza aliñada sin sobreañadidos.
Claude Debussy con Iberia, la sonoridad flotante y la estructura libre, tanto en los detalles más fluctuantes como en la forma de su conjunto. Como anillo al dedo para recrearse en estos espacios. Par les rues et par les chemins, tiempo que se filtra por los poros de la piel en ese iberismo de puro imaginario, entre castañuelas y pandereta, apuntado un toque exótico- menos para el aficionado hispano-, que a través del oboe, nos lleva de la mano a Les parfumes dans la nuite, con resabios de una estilosa habanera, tan del gusto de sus compañeros de época, impregnada de apacible nocturnidad y acariciada por el solo de oboe. Vuelo sin solución de continuidad en Le matin d´un jour de fête, abocados hacia una típica banda callejera, en la que la palabra definitiva la pronuncia el solo de violín.
Richard Strauss y el poema sinfónico Aus Italien Op.16, verdadera fantasía sinfónica que conserva lejanos resabios de la sinfonía clásica. Otra mirada al Sur ya que fue la impresión y la nostalgia de la luz italiana, la que estuvo presente en la escritura de este poema sinfónico. En el campo, con una aureola arrebatadora forzada por una disimulada solemnidad que se adivina necesaria antes de la entrada en las Ruinas de Roma, pigmentadas de un triunfalismo de cartón piedra. En la playa de Sorrento, será el más fiable encuentro con el Strauss de los movimientos en forma de Adagio, merced al colorido orquestal y menos mimético, antes de divagar en las Escenas de la vida napolitana por su recurrencia a la tonada Funiculí, funicula. Un Strauss menor al buen entender de sus conocedores, pero que, para el aficionado, quedará desmentido. Al menos por la visión de Rizzi y la respuesta del público.
Ramón García Balado
Orquesta Sinfónica de Galicia/ Carlo Rizzi.
Obras de Ildebrando Pizzetti, C. Debussy y R. Strauss
Palacio de la Ópera, A Coruña.
Foto: Cartel promocional del concierto de la OSG.