En el ciclo de cámara Notas del Ambigú que promueve el Teatro de la Zarzuela se presentó, degustó y… disfrutó un suculento menú musical para entrar con buen pie en el nuevo año. Un menú vertebrado alrededor de la figura de un compositor madrileño de otros tiempos y sentir barroco, José de Torres. Al frente de este proyecto se postuló el contratenor Alberto Miguélez Rouco, junto con Pablo Fitzgerald, laúd, y Teodoro Baú a la viola de gamba.
Un autor, Torres, protagonista del paso del siglo XVII al XVIII, bien situado en aquella nueva corte real borbónica que se asentara aquí tras la Guerra de sucesión. En cierto modo, políticas aparte, continuador de la estela dejada por el forzado exilio del genial briocense Sebastián Durón, que, por su parte, se mantuvo fiel a la dinastía austriaca anterior.
Cuatro "Cantadas", "Cantatas" en la nomenclatura italiana más extendida hoy, que destacaron la frescura, atractivo, interés e, incluso, actualidad de este "oculto" repertorio. Una actualidad que se demostró pronto por la cálida acogida "in crescendo", de este abierto salón titular del ciclo, repleto de público, en sede histórica de nuestra zarzuela.
Esfera de Neptuno, Sobre las ondas azules, Yace a la fresca orilla y Trémula, tibia luz, fueron los sugerentes títulos que se desgranaron con galanía y ese extraño misterio poético que rodea estas piezas en retórico castellano, acompañadas siempre de la frágil pero eficaz instrumentación otorgada por laúd y viola de gamba.
Cuatro "Cantadas" que gozaron, así, cualquiera que sea su estricta novedad interpretativa o documental, de ciertos privilegios de "reestreno" ("en tiempos modernos…" apostillarían por ahí con decadente retintín), pese a tratarse de la oportuna combinación: veterano escenario madrileño y reconocido autor paisano. Todo se andará… porque materia prima, enjundia y mimbres hay de sobra.
Entre tanto, como ajustados intermedios para destacar a cada uno de los instrumentistas citados, respectivamente, una transcripción anónima para viola de gamba de una vistosa Sonata de Arcangelo Corelli y, para la cuerda pulsada, un característico Fandango de otro músico madrileño, paisano pues, y estrictamente coetáneo de Torres además: Santiago de Murcia.
Un programa sólido, bien trenzado y servido, con música estimulante, seductora y, como dije, hasta cierto punto enigmática, y, eso sí, músicos, figuras y nombres a recuperar con fruición, que se completaron con pizpireta propina, castañuelas incluidas, firmada por el más transitado bilbilitano, José de Nebra: Seguidillas y Fandango de la zarzuela Vendado es amor, no es ciego.
Luis Mazorra Incera
Alberto Miguélez Rouco, contratenor; Pablo Fitzgerald, laúd; y Teodoro Baù, viola de gamba.
Obras de Corelli, Murcia, Nebra y Torres.
Teatro de la Zarzuela. Madrid.