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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica - Calidad y Zarzuela (Palau de les Arts)

Valencia - 15/11/2019

En muy contadas ocasiones se puede tener el placer de asistir a un espectáculo de zarzuela con el nivel de calidad que ofreció el Palau de les Arts en las representaciones de La tabernera del puerto de Pablo Solozábal, con libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw, en el segundo título del coliseo valenciano en la primera temporada diseñada por Jesús Iglesias. Bien es cierto que no se trataba de una zarzuela del género chico, sino de un romance marinero en tres actos con calidad suficiente en sus ingredientes dramático-musicales como para permitir cocinar un buen manjar, cuya degustación impactó en nuestra percepción no por alguna radical originalidad, sino por el buen hacer de todas y cada una de las profesiones implicadas en la puesta en escena de una versión tradicional.

Y uno de los principales ingredientes fue la OCV, que bajo las órdenes del maestro Guillermo García-Calvo proporcionó de principio a fin una base tímbrica excelente. Pasajes descriptivistas que recordaron, por ejemplo, al oleaje, se alternaron con folklore local o ritmos antillanos logrando un conjunto equilibrado que, sin salirse de la tradición, sí se dejaba impregnar por ciertas tendencias de la armonía del siglo XX.

Se recurrió a un montaje procedente del Teatro de la Zarzuela con dirección de escena de Mario Gas. La escenografía de Ezio Frigerio y Riccardo Massironi mostró plaza del pueblo con los dos locales en competencia a ambos lados de escenario, dejando mucho espacio libre para la evolución de los personajes. Al fondo, los muros de las casas de una humilde aldea de pescadores cerraban el espacio. Ni el cielo ni el mar eran visibles en el primer acto y sin embargo estaban presentes en la atmósfera lograda gracias a la iluminación de Vinicio Cheli. Fabulosamente resuelta la combinación de trucos de escena tradicionales con video-proyecciones de Álvaro Luna en el número del naufragio.

Destacó en el reparto la Marola de Marina Monzó, joven valenciana a la que habrá que estar atento en los próximos años dadas su técnica vocal y su presencia escénica. Transmitió, gustó y sus agilidades fueron limpias en números tan celebrados como En un país de fábula. El malvado Juan Eguía fue interpretado por Àngel Òdena con gran dominio del personaje a través de su amplia voz baritonal. Conmovedor en su arrepentimiento. Brillante y con buen fraseo fue la voz del tenor Antonio Gandía encarnando a Leandro para triunfar con la celebérrima No puede ser. El bajo Rubén Amoretti volvió a dejar constancia de su poderío escénico dando vida a Simpson. Impresionante el adolescente Abel de Ruth González. Acertado y muy disfrutable el dúo cómico integrado por Vicky Peña y Pep Molina.

Ferrer-Molina

Marina Monzó, Àngel Òdena, Antonio Gandía, Rubén Amoretti, Ruth González, Vicky Peña, Pep Molina, etc. Orquestra de la Comunitat Valenciana, Cor de la Generalitat Valenciana / Guillermo García-Calvo.
La taberbera del puerto de Pablo Sorozábal.
Palau de les Arts de Valencia.

Foto © Miguel Lorenzo / Les Arts

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