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Crítica / Caballero andante, oráculo y bolero - por Luis Mazorra Incera

Madrid - 19/03/2024

Las Variaciones fantásticas sobre tema caballeresco, Don Quijote, dieron inicio a la presentación de la Orquesta Sinfónica de Bilbao bajo la dirección de Giancarlo Guerrero, en el ciclo sinfónico de la OCNE en el Auditorio Nacional de Música de Madrid.

Una obra extraordinaria (de inicio) que sirvió, y sirve aún, a nuestro acervo literario y cultural más genuino y preciado. Con el curtido violonchelista Asier Polo en su papel protagonista, la versión aspiró a mantener el difícil compromiso entre flexibilidad y orden con el que Strauss trata de expresar con lirismo y nobleza este universo mágico cervantino.

Difícil tarea, dadas las obvias dificultades rítmicas en las parejas de imitaciones al paso y en (puntual) estrecho, la (puntual también) politonalidad de eficaz teatralidad con que, entre otras muchas habilidades de orquestación, el de Múnich luce su técnica. Un adelanto de ejemplar musicalidad porque, para puras habilidades de orquestación estaba, sin duda, la segunda parte en su tramo más resolutivo.

Destacado entre tanto, por intensidad sonora y terso legato, el solo de viola de Cristina Blanco Amavisca; por cierto, indicado ya desde el mismo programa, cuestión que aplaudo fervientemente (lo que no suele ser tan habitual en estos solos, aún de esta relevancia y magnitud… o mayores incluso).

El bello e inquieto poema sinfónico El oráculo de Andrés Isasi, gozó en todo momento de una especial sonoridad resultante de la personal disposición de las diversas voces orquestales. Orquestación dramática por vocación y maneras, que procurara interesantes timbres y texturas conjuntas que ponen en valor a este autor de los coletazos de un post-romanticismo ya bien entrado en el siglo XX. Una orquestación bien traducida en esta versión de plástica musicalidad conjunta, amplio melodismo, también efectismo straussiano o un punto de habilidad contrapuntística franckiana entrelazando temas principales en algún momento (con menos de eficacia que el belga, pero idéntica intención formal…).

Una exposición y desarrollo magníficos que, quizás, no disfrutamos al mismo nivel, en su remate.

Un gratificante arranque de esta segunda parte que se seguía de un clásico de estas lides postreras y… danzables…: El Bolero de Maurice Ravel.

De aquellas variaciones fantásticas, pues, a una variación orquestal perpetua, una reorquestación de dinámica creciente ad (casi) infinitum (¡y más allá…!).

Bien presentada a lomos del rigor rítmico y pulso de la caja, destacó, así, la genialidad en la original distribución y economía de timbres orquestales sucesivos y crecientes, y un final ya de cara a la galería desde un podio directorial en línea con actitudes virtuosas y desplantes (a lo Don Tancredo) que uno puede fácilmente consultar en Internet.

Y ahora sí, desde estas variaciones orquestales a… “la” variación con todas las de la ley. Una propina (¿inevitable, quizás?) la inefable Amorosa de las Diez melodías vascas del compositor de Vitoria-Gasteiz Jesús Guridi, otrora Catedrático de Órgano del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid e insigne Director de dicha institución musical de referencia en España.

Tras la estimulante orquestación de Ravel en su incombustible (y rentable…) Bolero o de aquel imaginado Quijote straussiano inicial, esta inspirada variación dio con un emotivo (y tradicional…) punto y final.

Luis Mazorra Incera

 

Asier Polo, violonchelo.

Orquesta Sinfónica de Bilbao / Giancarlo Guerrero.

Obras de Guridi, Isasi, Ravel y Strauss (Richard).

Ciclo sinfónico OCNE. Auditorio Nacional de Música. Madrid.

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