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Crítica / Brillante Schönberg brahmsiano - por Luis Mazorra Incera

Madrid - 30/05/2024

Un sencillo coral a cuatro voces ofrecido como reconfortante propina, dejó tras de sí unos segundos de perplejo silencio reverencial en el que era casi obligado el gesto atávico e instintivo de mirar al cielo… al techo del Auditorio en este caso… Siempre: In excelsis… Bach.

Era la breve pieza, fuera de programa, que ofreció el Cuarteto Quiroga conformado por Aitor Hevia y Cibrán Sierra, violines, Josep Puchades, viola, y Helena Poggio, violonchelo, en su concierto celebrado en la Auditorio 400 de la ampliación Nouvel del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, y organizado por el Centro Nacional de Difusión Musical en su ciclo “contemporáneo”, Series 20/21.

Todo una demostración de sentido y sonido, el ofrecido en esta ocasión por este cuarteto, rotundo en su resolución a la postre pero repleto de multitud de destacados detalles de interpretación y, un excelente y equilibrado sonido atril por atril y de conjunto.

Una expresiva concertación a lomos de aquel cuidado y flexible sonido. Un nivel interpretativo, en suma, sin exagerar pero poniéndole un punto de retórica a la cosa…, también… “in excelsis”.

En este sentido y siguiendo con esta valoración general, me quedo con la inquietante impresión provocada por el Intermezzo (Andantino grazioso) del  flamante Cuarteto en re mayor de un “joven pero sobradamente preparado” Arnold Schönberg. Cuarteto de raíz brahmsiana con el que se remataba el programa.

Aunque he de decir que ya este segundo movimiento lúcido e inquietante, destapó en esta asentada versión, algo de la, aún oculta personalidad musical de Schönberg (que, por cierto, este mismo septiembre cumplirá su sesquicentenario, ciento cincuenta años; sirva de adelanto a esta efeméride).

Sutil sonido del cuarteto, perfectamente delineado y trabajado, coronado por una  melodía de timbre cristalino y subyugante, diríase que… “de otro mundo”. Un punto de trascendencia que adornó una obra cuyo mayor defecto, si es que se puede considerar como tal, es su espléndido academicismo brahmsiano. O dicho de otro modo, más crítico, su relativa falta de “autenticidad”. Aunque esto habría primero que definirlo correctamente en la práctica, si es que esto es posible… Un academicismo que se hizo notar con cierta fuerza, quizás, en su último movimiento, Allegro, cuya tradicional y, por ende, pretendida levedad temática se volvía contra el natural “trascendente” de su autor.

Excelente y reveladora segunda parte de concierto con este Cuarteto temprano de Schönberg, pues, que nos dejó con una sensación de plenitud difícilmente superable.

Y es que ya su ambicioso y logrado primer movimiento, Allegro molto, recibió justos aplausos espontáneos del público (a los que me hubiera sumado a gusto si no fuera por respetar las convenciones del concierto moderno).

El freno emocional, formal y… lenitivo (de la propina bachiana citada), si bien resultó un tanto abrupto, sí que consiguió restaurar aquella conciencia musical primordial de la que se sirve con desahogo todo este aparato post-romántico, eso sí, sobre sólidos artificios técnicos.

La primera parte nos había dejado antes del descanso, dos obras que incluían la intrigante novedad de un estreno.

De inicio, una página de un repertorio ciertamente “de referencia”: el Tercer cuarteto de Bartók.

Una obra escrita en un solo movimiento que presentó, aparte de las cualidades comunes al concierto en su conjunto mencionadas antes, una visión clara, expresa y conforme de su peculiar estructura.

Una obra de pretensiones menos monumentales que la que cerraba el acto, pero mucha mayor carga de modernidad estética y técnica. Una estimulante propuesta de inicio que auguraba, así, 0un programa enjundioso.

Bach in excelsis era el título del estreno de José Luis Turina con el que se parafraseó para introducir la contrita propina citada.

Una pieza servida por el Cuarteto Quiroga con idéntico ánimo, sonido y sentido de la forma de las antes mencionadas, y basada en un trabado trabajo contrapuntístico sobre temas, sujetos y contrasujetos de preludios y fugas del Clave bien temperado del de Eisenach.

Uno de ellos, el extraordinario Cuarto en do sostenido menor con su excepcional fuga a cinco voces, casualmente es la pieza que más veces he tocado en mi vida, al menos con público a mi alrededor (tribunales incluidos).

Una pieza (su fuga especialmente) elogiada por alguno de los grandes músicos por ahí (al menos eso se dice en círculos pianísticos de altos vuelos, aunque nunca lo he podido comprobar…), como la mejor obra para teclado nunca escrita (y…, “se non è vero, è ben trovato…”, estoy de acuerdo).

Reconozco que no soy, que no puedo ser imparcial cuando escucho de ella los contrasujetos (medulares temas secundarios que aparecen andando en original de esta fuga a cinco voces) segundo y tercero al margen de la estructura que los sustenta y su trascendente sujeto inicial y central (con que firma incluso…) que puede verse tanto como la cruz retórica o como una mutación del propio nombre de B-A-C-H (transpuesto a do sostenido menor)...

Temas del entramado contrapuntístico original, que, por su aislado protagonismo paródico aquí, así encadenados y a tempi tan exigentes, aportaron cierta ligereza, propia del divertimento, a la obra en sí.

Luis Mazorra Incera

 

Cuarteto Quiroga: Aitor Hevia y Cibrán Sierra, violines, Josep Puchades, viola y Helena Poggio, violonchelo.

Obras de Bach, Bartók, Schönberg y Turina.

CNDM-Series 20/21. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Madrid.

 

Foto © Elvira Megías

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