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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Brillante recuperación histórica - por Mercedes García Molina

Granada - 15/07/2021

Sin perder el carácter internacional que caracteriza al Festival de Granada desde su fundación, la apuesta por intérpretes y formaciones españolas este año de aniversario ha sido clara. Y no sólo la mayor presencia de músicos españoles ha sido una de las pautas sino también la atención a la música propia, distinción que ha sido evidente en el ciclo Cantar y tañer. Sones antiguos y barrocos. Espacios como la catedral o el Real Monasterio de San Jerónimo han sido escenarios de programas de recuperación histórica que han despertado expectación y gran afluencia de público.

Las temperaturas en Granada el pasado 11 de julio ya eran saharianas desde primeras horas de la mañana, lo que no impidió que se formaran colas en el Compás de San Jerónimo para asistir a la matinal de Concerto 1700 & Carlos Mena.

Con el título “Oscura noche: noche y alba en las cantadas españolas” el conjunto liderado por el violinista Daniel Pinteño presentó un concierto con un sello muy similar al de todas sus actuaciones, la recuperación y revalorización del patrimonio musical español de los XVII y XVIII,  siempre con unos altísimos estándares de rigor y calidad musical. También como en programas anteriores se ha contado con la imprescindible colaboración de los musicólogos Raúl Angulo y Toni Pons miembros de la Asociación Ars Hispana que han sido los encargados de la transcripción y edición de todas las cantadas que se interpretaron.

 Del valenciano Francisco Hernández Illana se hizo la primera interpretación en tiempos modernos de las cantadas al Nacimiento, Oscura noche destemplada y fría y Ese infante nace,  fechadas en 1746 y 1765. De todos los compositores elegidos fue el único que no estuvo vinculado a la corte ni a la música escénica aunque las dos cantadas participaban plenamente del estilo italiano que imperaba ya asentado el reinado de Felipe V.  Con una escritura muy virtuosística para los violines y la voz - y clara influencia vivaldiana- fueron interpretadas con limpieza y exquisita afinación por parte de Carlos Mena y los dos violines obligados a cargo de Daniel Pinteño y Belén Sancho.

A modo de interludio instrumental se incluyeron dos sonatas de Corelli y Bononcini entre las cantatas. La Sonata para violín y continuo And.35 de Corelli es doblemente interesante por su belleza y por estar conservada en la catedral de Jaca. Es una sonata da chiesa con la difícil escritura para violín que caracteriza al compositor romano. Daniel Pinteño hizo gala de maestría en con impecable técnica y unas ornamentaciones excelentemente ejecutadas que encontraron respuesta en el continuo realizado por Pablo Zapico con la tiorba e Ignacio Prego al órgano. Bononcini   es un compositor que  también estuvo vinculado con España ya que trabajó bajo el mecenazgo del Duque de Medinacelli y  algunas de sus  arias fueron utilizadas por José de Torres en un pasticcio u obra conjunta. De nuevo los dos violines de Pinteño y Sancho hicieron honor a la preciosa Sonata da camera a tre nº11 con un virtuosismo apabullante.

Tras el exilio de Sebastián Durón, anterior maestro de la Real Capilla, José de Torres se convirtió en uno de los compositores con más atribuciones en la corte: organista de la Real Capilla, encargado del Colegio de Niños Cantores y de la Imprenta de Música, llevó también la responsabilidad junto a Literes y Nebra de surtir de música nueva el archivo real tras el incendio del Alcázar en 1734. La cantada Pues a sus luces bellas adopta totalmente el estilo italiano con recitados y arias da capo en las que destacan cuidadas y virtuosísticas melodías en diálogo constante con los dos violines y el oboe obligados. Mas cómodo que en las dos cantadas iniciales, Carlos Mena cantó exhibiendo las virtudes que siempre le acompañan, la clara declamación del texto - muy importante en los recitados-, la perfecta afinación y la precisión en las coloraturas. Su voz sonó muy timbrada en registro medio-medio agudo timbrado y se desplazó con naturalidad hacia el registro de pecho. La última cantada del mallorquín Antonio Literes Ya por el horizonte participaba todavía de la tradición hispana con la inclusión de coplas y del uso ritmos ternarios con hemiolias.

La gran exigencia de la escritura melódica  fue salvada con desahogo por el contratenor y por Ricard Casañ con la trompeta natural. Impecables ambos en el diálogo de agilidades que se movían en un registro amplísimo, encontraron eco en la perfecta interpretación con los violines de Daniel Pinteño, Belén Sancho y del oboe de Jacobo Díaz. El espléndido grupo del continuo formado por Ester Domingo (violonchelo), Ismael Campanero (contrabajo), Pablo Zapico (tiorba) e Ignacio Prego (órgano) apoyaron con inteligencia y sutil expresividad el trabajo vocal.

Cerraron la matinal con el aria “No se extravíe “ de José de Nebra como agradecimiento al público que aplaudía de pie entusiasmado. Un concierto excepcional que nos recordó la indiscutible calidad de intérpretes y compositores españoles.

 

Mercedes García Molina

 

Carlos Mena, contratenor.

Concerto 1700 / Daniel Pinteño, violín y dirección.

Obras de Hernández Illana, Torres, Literes y otros.

70 Festival Internacional de Musica y Danza, Granada.

 

Foto © Festival de Granada | Fermín Rodríguez

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