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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Brahms, excelso camerista - por José Antonio Cantón

Alicante - 06/12/2024

Dentro de las actividades paralelas a su ciclo sinfónico, vector fundamental de su programación, el Auditorio de Diputación de Alicante (ADDA) organiza una serie de diez conciertos dedicados a la música de cámara a lo largo de la temporada que ha sido inaugurado con la presencia del pianista napolitano Bruno Canino, uno de los músicos dedicados a este género más aclamados internacionalmente en los últimos setenta años además de poseer también un reconocimiento especial por su afinidad como intérprete de la música contemporánea desde que en 1956 y 1958 obtuviera el primer premio del mítico Festival de Darmstadt dedicado a la vanguardia desde la década de los cincuenta del siglo pasado. Tener un músico de esta categoría supone siempre un lujo para cualquier institución musical que se precie. Josep Vicent, director artístico del ADDA, ha sabido aprovechar la oportunidad de que inaugure este apartado con la interpretación de las tres sonatas que compuso Johannes Brahms para violín y piano, contando con la participación de uno de los más destacados violinistas españoles de su generación como es Joaquín Palomares, profesor y maestro de varias promociones de músicos e intérpretes desde su actividad y dedicación académicas desarrolladas a lo largo de más de cuatro décadas.

El sentido culto dado a los tres movimientos de la Primera Sonata en Sol, Op.78 sirvió para demostrar la homogeneidad de análisis de ambos músicos que se percibía desde el ajuste melódico alcanzado en el inicio de su primer movimiento y hasta su coda, elegantemente cadenciata a su conclusión. El Adagio significó todo un ejemplo de efusividad emocional desde su presentación por el maestro Canino que asumió la responsabilidad de impulsar su carácter liederístico determinado en el violín en busca de su plácido final, que ejecutaron con máxima delicadeza. El Allegro molto moderato fue todo un ejemplo de seguimiento de las belleza musical que contiene el famoso Regenlied (Canción de lluvia), Op.59-3 del mismo compositor, fuente esencial de inspiración de la sonata, al ser interpretada con nobleza y contenido apasionamiento.

Siguiendo el mismo criterio expositivo, ambos intérpretes se adentraron en la naturaleza poética de la Segunda Sonata para violín y piano en La, Op.100. Con un sentido conmovedor, Bruno Canino mostró desde el teclado la ingenua frescura del tema inicial de su primer tiempo para brillar de manera llamativa, casi heroica, en su extensa coda, produciéndose uno de los admirables instantes de la actuación. Fue destacable el toque relajado del violinista en el Allegro grazioso final generando un timbre aterciopelado sustentado en el delicado toque del piano, que dejaba una grata sensación en el oyente.

En tercer lugar y como cierre del programa, el dúo afrontó la emocionante Tercera Sonata en Re menor, Op.108, la de más enjundia artística de las tres que compuso el músico hamburgués. La conjunción entre ambos intérpretes llegó a su punto más destacado en el allegro inicial en cuyos compases de apertura se pudo apreciar una mejor calidad de afinado temple por parte del violinista que parecía flotar sobre las octavas sincopadas del piano. En el desarrollo estuvo constantemente de manifiesto su pedal dominante que, desde cierta tristeza de discurso, cambiaron a una acentuada brillantez de camino hacia la recapitulación, después de asumir ambos músicos su determinante cambio de carácter. Con máxima expresividad se adentró Joaquín Palomares con su violín en el Adagio asumiendo su resonante canto como si fuera una romanza sin palabras, declamando su segundo tema dentro de la atmósfera pianística creada por Bruno Canino que favorecía ese sentido de ensoñación que quiso darle el compositor a este movimiento. En el tercero volvían a demostrar su mutua compenetración rítmica destacando la elegante vitalidad que le imprimieron a su coda, para terminar de manera turbulenta y dramática el Presto agitado con el que concluye la obra que provocó el entusiasmo del auditorio que quedaba acentuado ante los saludos del gran maestro Bruno Canino que, a sus setenta años de carrera artística sigue siendo todo un prodigio de musicalidad en el excelso repertorio camerístico de Johannes Brahms.

Como bis, en correspondencia, el dúo ofreció una preciosa versión de la melodía contenida en el tercer lugar de la Op.42 de Tchaikovsky y una adaptación del tema principal de la banda sonora del film La Misión que con tanto éxito compusiera Ennio Morricone lo que, por el intenso aplauso, terminaba de incrementar la satisfacción del público.

José Antonio Cantón

 

Dúo Joaquín Palomares (violín) y Bruno Canino (piano)

Ciclo de Cámara del ADDA

Integral de las Sonatas para violín y piano de Johannes Brahms.

Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA). Sala de Cámara. 29-XI-2024

 

Foto: Cartel del concierto.

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