Gracias a la histórica e inolvidable 69 edición del Festival Internacional de Música y Danza de Granada, organizada bajo la dirección del inigualable Antonio Moral, tuvimos el honor de escuchar al pianista francés Bertrand Chamayou en el Patio de los Mármoles del Hospital Real de Granada. Un programa impresionista cuyo protagonista fue el agua. Tanto por el repertorio como por la fuente de agua del ecléctico patio que funcionó durante todo el concierto.
Con robusto aplomo empezaron a sonar la selección de preludios de Claude Debussy.
La cathédrale engloutie (la catedral sumergida) inspirada en la historia de la catedral de Ys, la cual se hundió en el mar y cuyas campanas aún pueden ser escuchadas a través del místico mar.
Comenzó con unas profundas y calmadas voces paralelas pertenecientes a la escala pentatónica de sol. Y con ello se creó la atmósfera impresionista que tanto concuerda con la personalidad pianística de Chamayou.
La terrasse des audiences du clair de lune (La terraza de las audiencias al claro de luna) deja atrás el pentatonismo de la catedral sumergida y nos evoca una India imaginaria con ausencia de temas. Un pianismo ligeramente sutil y seguro.
Feux d’artifice (Fuegos de artificio) es el preludio más virtuosístico de los tres interpretados y en el cuál Chamayou hizo gala de su consistente técnica.
Continuamos con otro hito del impresionismo, Miroirs (Espejos) de Maurice Ravel. Cinco piezas dedicadas a cinco amigos intelectuales y estrenada por el pianista español Ricard Viñes.
La primera de las cinco piezas, Noctuelles (polillas), sonó menos delicada de lo concebida en sus primeras escalas pasando a un nocturno vuelo interpretado con solemne oscuridad. Oiseaux tristes (pájaros tristes) evoca a un pájaro solitario silbando una triste melodía. Pieza lenta llena de polifonías de pájaros. Interpretada con sobriedad y pena. Seguidamente Une barque sur l’océan (Una barca en el océano) sonó con frescura y fluidez. Llena de contrastes tal y como las corrientes marinas. Posteriormente llegó la vibrante Alborada del Gracioso, llena de danzas españolas integradas en complejas melodías con acompañamientos de una imaginaria guitarra. Sorprendió la facilidad técnica al interpretar los pasajes de las notas repetidas. Y concluimos con la quinta pieza La vallée des cloches (el valle de las campanas) en la cual la poesía y las suaves armonías sonoras confluían en una austera interpretación con un claro cantabile.
Curiosa elección del programa pues Jeux d’eaux (juegos del agua) de Franz Liszt inspira música en el impresionismo. El robusto y descriptivo pianismo de Bertrand tiende a una abstracción romántica potenciado por la suspensión de la tonalidad y tema lisztiano.
Venezia y Napoli es el suplemento posterior al cuaderno italiano. Aquí llegó el broche de oro del concierto pues, bajo mi punto de vista, fueron las populares piezas mejor interpretadas del recital.
La sutileza arpegiada de la Gondoliera y su cantabile contrasta con el folclore imitativo de la guitarra en el piano enérgico de Chamayou.
La hercúlea Tarantella hizo sonar al piano tal como una orquesta en un final apoteósico.
De bis nos regaló una breve miniatura francesa de Francis Poulenc.
María Márquez Torres
Pianista: Bertrand Chamayou
Programa: Claude Debussy, Maurice Ravel y Franz Liszt
69 edición del Festival Internacional de Música y Danza de Granada
Granada - 25/07/2020
foto © Fernando Daniel Fernández Álvarez