Debut del director Ben Glassberg en el cuarto concierto de abono de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, con un programa ecléctico que inició la obertura de la ópera Beatriz y Benedicto de Berlioz, certeramente vigorosa en sus extremos y cálidamente cantada en la parte central, aunque hemos escuchado recreaciones más fulgurantes.
El fagotista Guilhaume Santana fue el solista invitado en el Concierto para fagot de Nino Rota, amablemente naif, con luminosos toques de arpa, celesta y xilófono y las Variaciones sobre una arietta de Pergolesi de Otmar Nussio, para fagot y cuerdas, de sonoridades más escarpadas sin abandonar la tonalidad, incluyendo una importante parte para violín solo que el concertino desempeño adecuadamente.
Santana solventó con holgura tanto los rápidos pasajes virtuosísticos, como los elegíacos o los amplios saltos de tesitura, siempre con un sonido homogéneo y afinado, incluso en los árduos extremos de tesitura. Glassberg adecuó la sonoridad orquestal a las peculiaridades del instrumento solista, controlando volúmenes y permitiéndole margen para su cómodo desenvolvimiento.
La hermosísima Pavana de Faure, en versión orquestal, pasó sin pena ni gloria, debido a unos tempi faltos de la necesaria relajación que impidieron al conocido tema principal desplegarse cómodamente. Con todo estaba claro que la prueba de fuego para el director estaba en la segunda parte del programa con El mar de Debussy.
La principal virtud de la versión brindada por Ben Glassberg fue su extrema claridad. Una precisa disección de los múltiples planos sonoros permitió escuchar con nitidez pasajes que en otras lecturas quedan difuminados en el magma orquestal: pianísimos de las arpas, armónicos en divisi de los primeros violines, intervenciones en sordina de los metales, sutiles pinceladas en pianissimo de la percusión metálica: gong y címbalo, intervenciones de violas y contrabajos, adecuadamente resaltadas, todo ello unido a un atractivo colorido tímbrico en el que tuvo parte decisiva una Filarmónica de Gran Canaria en gran estado de forma.
Pero para redondear la faena faltó una respiración más desahogada, tempi más amplios y flexibles y un mayor empleo del rubato que permitiera a los múltiples temas una exposición menos constreñida. Clarificadores en este sentido fueron las intervenciones del grupo de cellos, cuadriculadas, faltas de la deseable ductilidad y holgura. En definitiva, un director con calidades ciertas que se encuentra en un natural proceso de maduración.
Juan Francisco Román Rodríguez
Guilhaume Santana, Fagot.
Orquesta Filarmónica de Gran Canaria / Ben Glassberg.
Obras de Berlioz, Nino Rota, Fauré, Otmar Nussio y Debussy.
Auditorio Alfredo Kraus. Las Palmas de Gran Canaria.