Flexibilidad, sentido y savoir-faire en la dirección desplegada por el director polaco Krzysztof Urbanski al frente de la Orquesta Nacional de España en un concierto con programa de “gran repertorio”: Brahms y Beethoven. Dos de las “tres bes”. Fluidez, naturalidad y pericia que tuviera, lógicamente, en su personal versión de la consabida, trillada y no menos elogiada, Quinta sinfonía de Beethoven, su principal baluarte. Y esto no es tarea nada fácil dado el maltrato que recibe este tipo de obras “icónicas”. Obras que igual pueden realizarse de formas arbitrarias, con ensayos deudores de otras interpretaciones previas prestadas, pseudo-revolucionarias, disparatadas, o también, sesudas, plúmbeas o desprovistas de todo ánimo original o inducido.
Urbanski supo dar, con desenvoltura, aquel punto de brillantez necesario, sin excesivas explicaciones, acorde con los derroteros que recorre esta obra en su periplo de principio a fin en lo tonal, cíclico, motívico y modal: de menor a mayor. Una naturalidad que no nace sino de una técnica despejada, reflejos prestos y adaptables in situ, ensayos dinámicos, cabalmente dispuestos y ordenados, y una espontaneidad en el gesto, siempre de agradecer, incluso en estas obras -más bien, especialmente en este tipo de obras tan “de repertorio…”, tan trilladas-. Toda una experiencia que mantuvo sin despeinarse, la rara frescura del descubrimiento en la textura, de lo nuevo que renace, de lo lúcido.
Flanqueando este fresco sinfónico trascendental beethoveniano, el Primer concierto para piano y orquesta de Brahms, con Benjamin Grosvenor en su estoico, aunque contundente y plagado de acordes placados, rol solista. Similar disposición del podio, en una obra de concierto singular, de trazas (casi-) sinfónicas, donde la entereza formal, el desahogo orquestal y la concertación de sus dos elementos principales, solista y orquesta, tienen inusitada importancia… pese a su género.
En suma, a la postre, un Beethoven inspirador y estimulante, destino y revelación, reflejo palpable de una dirección solvente, ágil, práctica y resuelta en ambas lides, lides quizás hoy más próximas de lo habitual: la del Concierto y la Sinfonía.
Luis Mazorra Incera
Orquesta Nacional de España. Benjamin Grosvenor, piano. Krzysztof Urbanski, director.
Obras de Beethoven y Brahms.
OCNE. Auditorio Nacional de Música. Madrid.
Foto: Krzysztof Urbanski.