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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Bartók nos devolvió al excelente nivel habitual - por José M. Morate Moyano

Valladolid - 18/06/2023

18º y penúltimo concierto de la temporada de Abono de la OSCyL, esta vez con el muy querido aquí Vasily Petrenko como Director invitado, Director Musical de la Royal Philarmonie de Londres, de la Joven Orquesta de la Unión Europea y, desde la 2021-22, Director Laureado de la R. Filarmónica de Liverpool, y Javier Comesaña (Alcalá de Henares, 1999), ganador del VI "J. Heifetz International Competition de Vilnius, del Prinz v. Hessen Preis de la Kronberg Academy en 2021 y Laureado en el "J. Joachim", como solista de violín en el Concierto en Mi m., op. 64 (1845) de Mendelssohn, tocando su G. B. Guadagnini 1765 cedido por la F. Behrens Stiftung.

El hecho de acumular ya 32 años de vida, hace que la OSCyL pueda programar ya conciertos de repertorio que, esta vez, coincidieron con los tres primeros múltiplos de tres: 3ª  interpretación de la Obertura de El holandés errante (1840) de Wagner, 6ª del Concierto para orquesta Sz 116 (1943) de Bartók y 9ª vez del Concierto para violín de Mendelssohn, siendo lógicamente Wagner y su Obertura el 1º en ser abordado.

Petrenko confía mucho en su claro gesto y personalidad para solventar cualquier problema orquestal, pero hay momentos en que eso no basta y éste fue uno de ellos. La  Obertura, escrita tras todos los demás números de la ópera, reúne todos los "leit motiv" de la misma, comenzando por el conocido de la tormenta u océano y los señalados del holandés y Senta (hija de Daland, el marino noruego), símbolo de la redención por amor. Pues bien, la versión tuvo correctos metales, aunque siempre ocluyendo a la cuerda (58 profesores) en los fortes, y contrastes en dinámica, pero faltos de profundidad y drama para tal pieza quizá por falta de tiempo de ensayo.

Javier Comesaña ha demostrado excelentes cualidades técnicas y musicales, alabadas por todos sus Profesores en todos los Centros que lo han acogido como alumno, pero se está iniciando como concertista tras sus éxitos ya como músico de cámara. Y ahí tuvo problema de enfoque, pues abordó el popular Mendelssohn de esa manera, con lo que su volumen resultó algo corto para los acompañamientos que tenía con la orquesta, tan característicos en este concierto, a pesar de que las cuerdas bajaron a 41 y al apoyo que Petrenko intentó prestar desde el podio. Hubimos de aguardar a la cadenza original del autor, para apreciar sus excelentes cualidades como solista y así fue. Afortunadamente fue a más al tomar más confianza, y tras el buen empalme del fagot para unir ambos movimientos, el Andante tuvo expresividad y el Allegretto final fue aún mejor, al poder lucir su virtuosismo al completo, siendo muy bien acogido por el abundante público; pero la versión general no pasará entre las mejores. Regaló una corta pieza, redundando en esa muy buena técnica, que le servirá como excelente base en un futuro ya inmediato.

Y llegó el Concierto para orquesta que Bartók escribió pobre y doliente, ayudado por su mentor Koussevitzky en lo económico, a cuya Fundación dedicó por la muerte de la esposa del mentor. Se apartó de la tonalidad habitual, al  usar modos tradicionales de su amado y estudiado folk húngaro y escalas no convencionales, creando, palindrómica, una obra con un movimiento elegíaco central, rodeado de dos breves scherzos a su vez todo entre otros dos más grandes (fórmula que ya usó en 1928 con su “Cuarteto de cuerdas nº 4”).

Todo ésto y más entendió, planificó y sirvió Petrenko, bien respondido por toda la OSCyL concentrada y acertada como en la mayor parte de sus últimas actuaciones. La Introducción fue lenta y misteriosa y los instrumentos ya fueron “concertados” como exige la partitura; a este respecto destacar las parejas del primer scherzo: fagotes, oboes, clarinetes, flautas y trompetas con sordina, cada una a distintos intervalos, con detalle y acierto. La Elegía respondió a esa “música nocturna” del autor y en el tema húngaro que ya suena en e movimiento I, con nota para arpa, flautín y excelente unísono de cuerdas. Bien el clarinete al parodiar a Shostakovich de su “7ª” (tan poco apreciado por Bartók), que en realidad es de “La viuda alegre” de Lehár, interrumpido como burla por los glissandos de trombones y vientos con gracia. Y el fantástico Finale, con timbal poniendo el ritmo y esa compleja y monumental fuga cuyo sujeto exponen las trompetas, donde todos hicieron música con precisión y encanto prolongado hasta el final. Muy buena lectura que tuvo a todos como protagonistas y a un Director que, aquí sí, mostró sus grandes virtudes de siempre, a completa satisfacción del auditorio nuevamente entregado.

José M. Morate Moyano

 

Javier Comesaña, violín

Orquesta Sinfónica de Castilla y León / Vasily Petrenko

Obras de Wagner, Mendelssohn y Bartók

Sala sinfónica “J. López Cobos” del CCMD de Valladolid

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