Una de las asignaturas pendientes del ciclo de piano Grandes Intérpretes, tras 26 años, era la presencia del ruso-alemán Igor Levit. Hasta el punto de crear una cierta ansiedad en buena parte de los aficionados al ciclo. Y no solo por la creciente fama de nuestro pianista, tras la publicación en Sony (2019) de una de las integrales de las Sonatas de Beethoven más estimulantes de los últimos años, también por ser un pianista marcadamente reconocible para las nuevas generaciones de aficionados.
Su presencia en redes sociales (un concierto diario en Twitter, a lo largo del confinamiento, le permitió acceder a un público distinto…) y su activismo político (de izquierdas) son el reflejo de lo que muchos otros intérpretes (pienso en Juan Pérez Floristán, por ejemplo) están entendiendo puede ser la llave para el rejuvenecimiento de nuestros auditorios.
Ruso de nacimiento, y casi de la misma generación que Daniil Trifonov, su piano se encuadra, sin embargo, mucho más próximo al de las escuelas germanas, por haber transcurrido toda su formación en Alemania (donde vive, contando también con su nacionalidad). Sin embargo, no es ajeno a un cierto subjetivismo en su interpretación del piano de Beethoven (dedicó el programa a las últimas 3 sonatas del de Bonn).
No tanto por lo que pudimos escuchar en el Auditorio (con permiso de los habituales teléfonos móviles, que incluso le obligaron a parar el concierto… sin comentarios), más por la evolución que puede percibirse entre estas 3 sonatas y las que registró hace 3 años para Sony. Más liberadas e inspiradoras las que escuchamos en vivo, frente a un mayor academicismo en las grabadas. Algunos pensarán que en esto también ha influido la pandemia. Puede ser. Pero también que Levit busca evolucionar día a día, como el mismos reconoce.
Lo cierto es que nos enfrentamos a una de las mejores interpretaciones del piano final de Beethoven que hayamos escuchado en muchos años. Levit dispone de una técnica envidiable. Ello facilita su aproximación a los momentos más complejos, de esta parte del catálogo beethoveniano, sin apenas esfuerzo. Pero en su piano logra esa rara mezcla de tradición y subjetivismo. Lo que en otros es como el agua y el aceite, en Levit es una amalgama prodigiosa.
Especialmente emocional en el Adagio de la sonata 30 y, por supuesto en el de la 31, pero vibrante y rotundo, sobre todo, en la insondable Arieta final de la sonata 32. De hecho, creo que fue su interpretación de esta última sonata donde pudimos reconocer mejor la poesía musical de Levit como intérprete. Difícil de superar hoy en día. Y con la sensación de que se puede seguir innovando en la interpretación de un repertorio tan visitado como éste.
Creo que Levit ha tenido pocas oportunidades de tocar en salas de concierto en el último año. Se le notó especialmente motivado y agradecido por el reconocimiento del público del Auditorio. Esperamos y deseamos que esta presentación abra una nueva y larga relación con el ciclo madrileño.
Juan Berberana
Igor Levit, piano.
Obras de Beethoven
Ciclo Grandes Intérpretes (Fundación Scherzo)
Auditorio Nacional, Madrid.
Foto: © Robbie Lawrence