La XX edición del concierto en memoria de Alfredo Kraus que todos los años celebra la Fundación Alfredo Kraus en colaboración con la Fundación Auditorio estuvo en esta ocasión en manos del tenor Arturo Chacón-Cruz, junto al pianista Giulio Zappa.
El tenor mejicano, que en temporadas anteriores ha encarnado para los Amigos Canarios de la Ópera Manrico de Il Trovatore y Hoffmann, presentó en esta ocasión un variado recital, que incluía canciones napolitanas y mejicanas junto a arias de ópera y romanzas de zarzuela.
Chacón-Cruz posee una voz de tenor lírico con cuerpo, cálida, homogénea y bien proyectada, que corre sin problemas por toda su tesitura, con graves bien apoyados, un centro contundente y agudos emitidos con seguridad. Como interprete, el mejicano es un músico entregado, que lo da todo en sus interpretaciones, lo que le hace conectar inmediatamente con el público. Pero este temperamento que lo hace tan atractivo, es a la vez su mayor limitación.
Sus recreaciones son de una pieza, vitales y arrebatadas, pero faltas del necesario equilibrio que les permita mostrar los aspectos más poéticos y sutiles de las piezas que interpreta. Su paleta de colores es limitada, falta sombreado y medias voces y un fraseo más relajado que le permita dotar de variedad a todo lo que interpreta.
En toda la primera parte del recital, constituido por 4 conocidísimas canciones napolitanas: Música prohibita, O sole mio, Marechiare y Core n,grato, a las que siguieron, Cielo e mar de La Gioconda de Poncielli, Recondita armonía de Tosca y el inevitable Nessun dorma de Turandot, mostró la parte más extrovertida y contundente, con agudos firmemente mantenidos que sonaban atronadores en la reducida sala de cámara, pero el lirismo, la intimidad poética estuvieron ausentes. Todo fue cantado en forte, sin medias voces, en un tono brillantemente uniforme.
La segunda parte se inició con 4 afamadas canciones mejicanas: Bésame mucho, Amapola, A la orilla de un palmar y lejos de ti, donde intentó unas lecturas más controladas, reduciendo ocasionalmente el caudal, pero su visión extrovertida y operística de estas piezas, con finales en punta, coronadas por torrenciales agudos, echaron por tierra cualquier intento de intimismo.
Las 3 romanzas de zarzuela que completaron el recital: Bella enamorada de Soutullo, De este apacible rincón de Madrid de Moreno Torroba, y No puede ser, de Sorozábal, continuaron por los mismos derroteros, con un cantante entregado, de excelente dicción española, pero incapaz de ofrecer frases relajadas en un estilo diríamos conversacional que no esté constantemente en tensión. El pianista Giulio Zappa, con amplia experiencia en este tipo de recitales, se movió en las mismas coordenadas que el cantante, seguro, sin notas falsas, pero inflexible en tempi y escaso matices dinámicos y agógicos.
Juan Francisco Román Rodríguez
Arturo Chacón-Cruz, tenor. Giulio Zappa, piano.
Obras: Canciones napolitanas, Cilea, Ponchielli, Puccini, Canciones mejicanas, Soutullo, Moreno Torroba, Sorozábal.
Auditorio Alfredo Kraus. Las Palmas de Gran Canaria.
Foto © Nacho González Oramas