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Crítica / Arte total en los Teatros del Canal - por Blanca Gutiérrez Cardona

Madrid - 06/06/2023

En el marco del festival Madrid en Danza, Teatros del Canal programó los días 27 y 28 de mayo una propuesta de alto voltaje artístico. Hablamos de un programa titulado de manera genérica Sybil, una obra en dos partes, compuesta por el documental The Moment Has Gone en una primera parte y por la ópera de cámara Waiting for the Sibyl en la segunda. Sybil es una creación del artista y escenógrafo surafricano William Kentridge, con música original de Nhlanhla Mahlangu y Kyle Shepherd.

Kentridge, Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2017, es un artista multidisciplinar que combina en su trabajo el dibujo, la escenografía, el collage, el grabado, la escultura y el videoarte. Como recalcó en su momento el jurado del premio Príncipe de Asturias: “…ha expresado en su obra emociones y metáforas relacionadas con la historia y la realidad de su país, que trascienden, sin embargo, estas últimas, y plantean cuestiones esenciales de la condición humana, combinando temas en que predomina la investigación puramente poética y estética con los de contenido sociopolítico. Se trata, por tanto, de un artista profundamente comprometido con la realidad.”

Sybil es un destacado ejemplo de esta línea de su trabajo. El artista elige un personaje de la mitología griega y romana, la sibila, profetisa ​ capaz de conocer el futuro, como metáfora para hablar de los tiempos actuales en los que el algoritmo se presenta como la nueva sibila capaz de predecir acontecimientos futuros. Obra compleja en sus dos partes, sintetiza de manera ejemplar el trabajo de Kentridge a la hora de elaborar piezas que interpelan al espectador universal desde presupuestos ‘locales’.

En la primera parte del espectáculo que se disfrutó en la Sala Roja de los Teatros del Canal de Madrid, se proyectó The Moment Has Gone con la interpretación en directo de la música de Kyle Shepherd al piano y de un coro sudafricano masculino dirigido por Nhlanhla Mahlangu.

Mediante un trabajo de superposiciones, se yuxtapone un film de animación de Kentridge, City Deep (una reflexión sobre la historia de Suráfrica) sobre una grabación del propio Kentridge trabajando (y desdoblándose), que se proyecta a su vez sobre un telón donde aparecen imágenes de hojas de árboles. Todo este trabajo, acompañado por la hipnotizante y magnífica música de Sheperd y Mahlangu que logran una perfecta integración entre la parte vocal de inspiración tradicional y la instrumental proporcionada por el piano, en una fascinante combinación.

En esta parte del programa Kentridge parece proponer al espectador una reflexión sobre el paso del tiempo, arrollador, a la vez que una reflexión sobre el mismo proceso de la creación.  El autor se desdobla en esa dicotomía que significa tener que tomar una decisión artística cuando se presentan varias alternativas aparentemente igual de válidas, pero que terminan mostrando caminos muy diferentes, tal y como el destino se comporta en todas las facetas de nuestra vida. En consecuencia, una burla hacia ese algoritmo que parece tener el futuro tan claro. Todo ello trufado de multitud de referencias artísticas variadas, que inspiran la parte más gráfica del trabajo de Kentridge (el expresionismo alemán y Calder como algunos elementos claramente reconocibles)

La segunda parte del programa presentó la ópera de cámara Waiting for the Sibyl. Esta pieza tiene de nuevo música de Nhlanhla Mahlangu y Kyle Shepherd, y fue estrenada en el Teatro dell’Opera de Roma en 2016. Kentridge vuelve a presentar su línea de trabajo más representativa: proyección, actuación en vivo, música grabada, danza, movimiento y sombras proyectadas por los intérpretes contra un telón de fondo pintado a mano.

A priori una ópera de cámara de manual (pocos personajes, sobrio aparato escénico, limitado número de instrumentos y acciones acotadas para permitir su presentación en un ámbito de dimensiones reducidas) Waiting for the Sibyl se centra ya completamente en el personaje de la sibila, atormentada bajo la carga de su ‘visión’, angustiada por un destino que no puede ni debe modificar. A su alrededor, personajes que recrean una aparente oficina de correos, donde las preguntas a la sibila y sus respuestas están en miles de hojas que se esparcen al viento, sin control, en un caos muy similar al de la propia vida. De nuevo, una iconografía escenográfica que bebe de muy diversas influencias artísticas (vanguardias soviéticas junto al musical de Broadway, entre otros) mezclada con el propio mundo de las obsesiones personales de Kentridge junto a la música de Mahlangu y Shepherd (que manejan como en la primera parte, un lenguaje complejo a través del diálogo entre el piano, de tintes minimalistas, y los solistas que continúan con un canto de corte tradicional). Todo ello conforma un espectáculo completo que es mucho más que una mera ópera de cámara.

Con Sybil Kentridge logra una auténtica obra de arte jugando con la música, la escena y las artes plásticas, para mostrarnos su visión de la angustia contemporánea ante el futuro, y quizá, para hacernos reflexionar, expresando preguntas sin respuesta o inspirando cuestiones sobre las que debemos debatir.

Un gran espectáculo que solo podemos lamentar que tuviera tres representaciones en Madrid, y que nos cueste tanto expresar en términos de reseña cultural su profundo significado y belleza.

Blanca Gutiérrez Cardona

 

Sibyl
Idea original y director: William Kentridge
Compositor coral y director adjunto: Nhlanhla Mahlangu
Compositor y director musical: Kyle Shepherd
Escenografía: Sabine Theunissen

Teatros del Canal, Madrid

Interpretado por:

Kyle Shepherd, piano
Nhlanhla Mahlangu, cantante y bailarín
Xolisile Bongwana, cantante y bailarín
Thulani Chauke, bailarín
Teresa Phuti Mojela, bailarina
Thandazile ‘Sonia’ Radebe, bailarina
Ayanda Nhlangothi, cantante
Zandile Hlatshwayo, cantante
Siphiwe Nkabinde, cantante
S’busiso Shozi, cantante

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