En esta velada y precedido de excelentes referencias, llegaba al prestigioso ciclo de lied del Teatro de la Zarzuela el barítono barcelonés Josep Ramón Olivé.
El programa constaba de los maravillosos seis lieder de la Amada lejana de Beethoven, cuatro lieder de Schubert, 9 mélodies de la colección “La bonne chanson de Gabriel Fauré y, para concluir, 6 lieder de Richard Strauss. Un conjunto de obras de lo más atractivo.
Olivé cantó con arrojo y mostrando sus mayores virtudes, un timbre bello, redondo, fresco, cosa natural a sus 34 años, pero ya comenzaron a hacerse patentes algunas de sus deficiencias. Problemas en el paso de voz, dificultades para apianar, un constante mantenerse en el mezzo forte. Pensé que todo esto era consecuencia de los nervios, pero con Schubert, todo lo mencionado se hizo más patente.
Cuando llegó Fauré pensé que posiblemente sería un campo más propicio para el cantante pero, “malhereusement”, todo fue a peor. La mélodie es un campo minado para los interpretes porque requiere, además de una técnica refinadísima, un manejo del claroscuro, de los matices vocales, muy complicado y Olivé es algo que aún está muy lejos de dominar.
Concluyó la velada con Richard Strauss, que es puro belcantismo a la alemana que sin un legato impecable queda muy deslucido, sin la capacidad de apianar hasta lo inverosímil resulta emborronado.
Olivé no matizó o lo hizo muy poco, por lo que el concierto pecó de monotonía.
Una pena porque creo que este barítono mejor aconsejado, podría hacer una muy muy buena carrera en el futuro, pero que en el momento actual tiene muchas cosas que pulir.
Esperamos escucharle de nuevo en un mejor momento. La pianista Victoria Guerrero cumplió su cometido con mejores intenciones que resultados.
Francisco Villalba
Barítono: Josep Ramón Olivé
Piano: Victoria Guerrero
XXVIII Ciclo de Lied
CNDM, Teatro de la Zarzuela de Madrid.
Foto © Rafa Martín