Dos estrenos, encargos de la Fundación SGAE y la AEOS, ambos a propuesta de la JONDE, abrieron el concierto en la sala sinfónica del Auditorio Nacional de Música correspondiente al primer encuentro de este año 2021 de la citada institución artística y pedagógica: la Joven Orquesta Nacional de España, en esta ocasión bajo la dirección de Lucas Macías.
Un programa tripartito que, de igual manera que se arrancaba a priori con intenciones renovadoras, se cerraba con la asidua Segunda sinfonía de Johannes Brahms.
Una atrevida mezcla de apuesta y tradición. Y una apuesta como dije, por partida doble, pero no ya por la pareja de primicias o por su particular aparato orquestal en la primera de ellas, sino por la indicada juventud de todos sus actores.
El primer estreno de la tarde tuvo la siempre multiforme percusión como protagonista. Protagonismo otorgado aquí a su solista y compositor: David Moliner. Sein... su... Mein Logos, es una obra de natural enérgico que surge de aquel principio percusivo y luce a su solista, con una orquesta, algo más reducida que en las demás partituras en programa, colaborando a tal efecto, salvo fragmentos contrastantes como aquel sugerente solo intercalado del concertino. Una suerte de ajustado correlato del concepto, tan de la música electrónica, del “ataque-resonancia”, junto con técnicas “transversales” de solista y atriles.
Sonic Canvas de Raquel García-Tomás se situó en un eclecticismo armónico de atmósferas desgranadas trufado de técnicas diversas, como fueran los aparentes y motívicos glissandi de orquesta que abocaron a un interesante contrapunto, para rematar con una escritura con resonancias modales, breves detalles reverberantes y referencias cruzadas. El dibujo puntillista de una percusión afinada a la que se incorporaron piano y arpa, quedó aquí sumida en una vistosa orquestación al tiempo que expresivos incisos melódicos remitieron a intemporales imágenes sinfónicas de raíz romántica.
Raíz que nos condujo a la segunda parte "tradicional" del concierto, representada aquí por la Segunda sinfonía de Brahms. Como en la obra anterior, imagino por razones de espacio por las especiales circunstancias que atravesamos -cuerda dimensionada según esquema: 10/8/6/4/4-, se sacrificó una sección de violonchelos a la que, pienso modestamente, le hubieran venido bien en algún momento de este Brahms, dos atriles individuales más.
Desde el podio, contención y abundante legato para una orquesta tendente por momentos a desbordar tempi, dinámicas y ataques, como en estos forte -súbitos o non tanto- que nos obsequia esta resuelta Sinfonía en su último movimiento: Allegro con spirito, o en aquel otro admirable pasaje contrapuntístico modulante -también forte- con figuración más subdividida de un comprometido segundo: Adagio non troppo.
Tras haber aplaudido espontáneamente la práctica totalidad de los movimientos de la Sinfonía, cerrada ovación final para sus protagonistas y no menos tradicional breve propina festiva que, sin dejar al de Hamburgo, regaló su Séptima danza húngara.
Luis Mazorra Incera
David Moliner, percusión. Joven Orquesta Nacional de España / Lucas Macías.
Obras de Brahms, García-Tomás y Moliner.
JONDE. Auditorio Nacional de Música. Madrid.
Foto © Pablo Paniagua