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Crítica / Apoteosis rítmica - por José Antonio Cantón

Alicante - 04/02/2022

Una de las citas más esperadas de ADDA-Simfònica de la presente temporada ha sido la dedicada a la gran cantata Carmina Burana, obra que desde el 8 de junio de 1937, fecha de su estreno absoluto en Frankfurt, no ha dejado de mantener máximo interés y aceptación de intérpretes y público. El maestro Josep Vicent, dentro de la orientación expansiva para su orquesta, ha concitado a casi dos centenares de músicos y cantantes para desarrollar una producción de esta obra en la que ha jugado con un adecuado implemento de imágenes proyectadas en el escenario que han dado cierto carácter mágico al espectáculo.

Como buen conocedor de la esencialidad del ritmo en la música, el director asumió una elevada tensión de gesto para transmitir los primeros compases de la presentación de la cantata que expresó con distintivo sentido dramático en sus dos números; el primero,  Fortuna imperatrix mundi, desarrollado en su aire exultante, y el segundo, Fortuna plango vulnera, indicado con un efecto dinámico reflexivo sobre el carácter caprichoso del sino que toda vida humana conlleva.

Sin olvidar en momento alguno la primigenia idea escénica de esta obra, quiso reflejar la llegada de la primavera en la primera parte, Primo vere, contrastando sus tres números, especialmente en cómo acompañó a Toni Marsol en la preciosa aria Omnia sol temperat, que con suma delicadeza interpretaron tanto el barítono como la orquesta, seguida de una intervención vocal de gran transparencia, apreciándose el buen trabajo que ha realizado Jordi López en la preparación y coordinación de las tres formaciones que integraban la amplia masa coral.

Esa misma sensación produjo la orquesta en la danza instrumental que abre la segunda sección, Uf dem Anger, quedando demostrado, una vez más, la espléndida sonoridad de ADDA-Simfònica. Del resto de sus números hay que destacar cómo el director tersó la fluidez del discurso en la vivaz canción estrófica que contiene el pasaje Chramer, gip die varwe mir en el que se alternaban el coro completo y el reducido en contrastantes dinámicas.

La tensión llegó a su máxima expresión en los cuatro episodios que integran la segunda parte de la cantata titulada In taberna dada su vibrante musicalidad y dramatismo. En ella lucieron el barítono con la vehemente canción del vagabundo reivindicando su libertad, y Jordi Domènech cantando con manifiesta comicidad la triste suerte de un pato asado en Olim lacus colueram antes del impetuoso solo de Toni Marsol, Ego sum Abbas, que determinó el momento estelar de su actuación. El maestro Josep Vicent generó con ímpetu controlado en su desenfrenada pasión la dirección del episodio de los borrachos contenido en In taberna quando sumus, donde se pudo percibir su dominio de los coros y la orquesta, generando máxima atención en el auditorio, que se notaba realmente impactado.

El sentido lírico y la sensualidad se hicieron protagonistas de los nueve números que integran la tercera parte de la obra, destacando entre ellos la atrayente intervención de la soprano Amparo Navarro en Stetit puella y In trutina, que se repetiría como uno de los bises, después del alarde de conjunción que supuso el doble coro acompañado por los dos pianos y la percusión que contiene Veni, veni, venias. El director quiso acentuar un tránsito de calma culminado con el destello vocal de la soprano en Dulcissime, que requiere una muy exigente colocación vocal, antes del sentido de glorificación que dio al elogio de la belleza de Blancifor y Helena en Ave formossisima y desencadenar, como recordatorio y elemento conclusivo, la repetición el pasaje Fortuna imperatrix mundi que llevó al público prácticamente al delirio.

Una vez más ADDA-Simfònica ha propiciado con su director titular al frente un éxito absoluto como los ya destacados con la ópera Carmen el pasado mes de noviembre o con la gran trilogía balletística de Stravinski, todos ellos basados en el temperamento artístico que el maestro Josep Vicent imprime a sus montajes, ensayos y posteriores conducciones, favorecidas por un magnetismo personal que hace que la música surja con tal naturalidad y sentido sonoros así como organicidad rítmica que, en casos como los que brinda la partitura de Carmina Burana, su actuación alcanza el grado de apoteósico espectáculo.

José Antonio Cantón

 

Carmina Burana de Carl Orff.  

ADDA-Simfònica, ADDA JOVE y Coral ADDA.

Solistas: Amparo Navarro (soprano), Toni Marsol (barítono) y Jordi Domènech i Subiranas (contratenor).

Director: Josep Vicent.

Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA), 28-I-2022.

Foto © ADDA

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