Muchas eran las ganas de que comenzase la 73 edición del Festival Internacional de Santander y no era menor la expectación por ver qué deparaba la inauguración del nuevo ciclo que se abre bajo la dirección de Cosme Marina. Apenas han transcurrido unas horas desde el término de la misma y no parece prudente sacar ninguna conclusión a partir de la programación y el resultado de un concierto como únicos elementos de juicio; no obstante, si se hiciera, ésta sería sin duda que autoridades y aficionados pueden estar tranquilos, pues al gran trabajo llevado a cabo por su predecesora, Valentina Granados, que saneó la economía y recuperó los grandes conciertos para la cita estival cántabra, diríamos que ahora se suman buenas dosis de audacia y ambición.
Audaz fue ciertamente la decisión de abrir la presente edición con unos nombres bien conocidos por los aficionados, pero no tanto para el gran público que es, al fin y al cabo, el que llena la sala: la Orquesta de la Comunidad Valenciana – Palau de Les Arts y el director James Gaffigan. Y ambicioso se nos antoja el objetivo de hacerlo con la rutilante Aida Garifullina y un programa tan atípico como brillante que reunía un ramillete de arias de El gallo de oro, Iolanta, Mazzepa y Sadko, sendas canciones de Rachmaninov y Rimski-Korsakov y una selección de las tres suites que Prokofiev hizo de su ballet Romeo y Julieta.
Sea como fuere, cúmplenos aquí señalar que el resultado artístico de la velada fue sobresaliente. En una edición que nos trae una esperada gala pucciniana a cargo de Sondra Radvanosky y Jonathan Tetelman y que anticipa mayor protagonismo de la lírica en el futuro, constituyó todo un acierto contar con la figura emergente de Aida Garifullina para interpretar un repertorio con el que demostró evidente afinidad por cultura, temperamento y vocalidad. Y puestos a hablar de demostraciones, no dejemos sin mención las de su despampanante presencia escénica, gusto en el fraseo, sentido del color, uso de reguladores y capacidad para el canto melismático, de tal suerte que nos hizo olvidar el vibrato inicial y su incierto registro grave, expuesto en demasía en el tango Por una cabeza con que obsequió al público en sorprendente propina.
Seguramente no fue casualidad que la primera parte, que también había incluido la Polonesa de Eugenio Oneguin y la Danza de las esclavas persas de Jovanschina, concluyese en clave de danza, porque la segunda estaría marcada por ella de principio a fin con los fragmentos del ballet de Prokofiev. Las oportunidades para el lucimiento de la soprano dieron paso, tras el descanso, a una estimulante apoteosis, “todo ritmo y música borrachera y exaltación máxima” de una orquesta desatada y un director en permanente trance.
James Gaffigan, que había concedido excesivo protagonismo a la percusión en la Polonesa chaikovskiana y el Capricho español de Rimski con que dio comienzo el concierto, lució esa marcada personalidad que Michael Tilson Thomas intuyó en él hace años. Dirige con todo el cuerpo y el braceo, que por su claridad recuerda algo al de Nezet-Seguin, se completa con un hábil juego de muñeca con el que distingue atmósferas, marca un ataque seco o un pasaje rubato y ordena lo que, de otro modo, sería un guirigay tímbrico. En todo ello y más allá de ocasionales desajustes, la formación de la Comunidad Valenciana-Palau de Les Arts fue dúctil y comprometida cómplice y mostró esa homogeneidad entre todas sus secciones que caracteriza a las buenas orquestas.
Que la cosa iba de fiesta y de baile y que, después de dos horas largas de música, ya iba siendo hora de recogerse quedó perfecta y definitivamente de manifiesto en una propina muy bien elegida e interpretada -el Vals y Medianoche de Cenicienta de Prokofiev – para cerrar una velada brillante y dar comienzo a un Festival que promete mucho.
Darío Fernández Ruiz
73 Festival Internacional de Santander.
Orquestra de la Comunitat Valenciana – Palau de Les Arts.
Aida Garifullina, soprano.
James Gaffigan, director.
Obras de Rimski-Korsakov, Rachmaninov, Tchaikovsk, Mussorgski y Prokofiev.
Sala Argenta del Palacio de Festivales, Santander.