El tercer concierto de la temporada de la Orquesta Sinfónica de Navarra presentaba un programa desconocido incluso para los más asiduos, y de compositores que, si no se es experto, difícilmente relacionaríamos. Un acierto fue elegir esa Pavane op. 50 de Fauré como introducción, una obra sin pretensiones llena de encanto que despejó los ánimos para el plato fuerte de la velada, que se esperaba servido del guitarrista y compositor Juan Manuel Cañizares.
Su Concierto Al Andalus para guitarra y orquesta fue interpretado por ambas partes, orquesta y solista, con sobrada fluidez, convencimiento y altura musical. No hay duda de que los aplausos de la propia orquesta subrayaron lo que fue un hecho: que la obra, llena de fantasía, de aire flamenco y de huellas del maestro Rodrigo es ese tipo de música que está concebida para la felicidad, como, creo recordar, expresaba Telemann.
La Suite El Burgués Gentilhombre de Richard Strauss ocupó la segunda parte, sabiamente dirigida por Josep Pons. Destacaron por su limpieza y perfecta afinación los numerosos pasajes solistas del concertinoYorrick Troman. La obra tiene una gracia y colorido que, tal vez, hubieran brillado más en la primera parte, dejando la exhuberancia de la guitarra de Cañizares para el final. En todo caso, un fondo de delicadeza emanó de todo el programa, que le dio una unidad que no siempre se aprecia en las veladas musicales. Un acierto que es justo subrayar.
Javier Horno
Orquesta Sinfónica de Navarra, Juan Manuel Cañizares / Josep Pons.
Obras de Fauré, Cañizares y Richard Strauss.
Auditorio Baluarte. Pamplona