Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Antón García Abril, entre nosotros - por Ramón García Balado

Santiago de Compostela / El Ferrol - 27/04/2023

Homenaje a nuestro siempre apreciado Antón García Abril con su La Concierto para flauta y piano de la Malvarrosa,  bajo la dirección de Paul Daniel, destacando como solistas la flautista Silvia Careddu y el pianista J.C. Fernández Nieto, completando programa con la Sinfonía nº 1, en Do M. Op. 68, de Johannes Brahms. Silvia Careddu, estudió en Roma con Riccardo Ghiani y con Raymond Guiot, en la Acc. Italiana del Flauto. Recibió un Primer Premio del Conservatorio Superior de Música y Danza de París, asistiendo a  las docencias de Pierre Yves Artaud, George Alirol, Florence Souchard y Maurice Bourgue, ampliando en masters con Aurele Nicholet, en la Acc. Chigiana di Siena y de Emmanuel  Pahud, M. Debost y J.Zoom. Colaboró con la Konzerthausorchester Berlin, dirigida por  Ivan Fischer y con la Kammerakademie Postdam, con una importante labor en la docencia en la Hochschule für musik Hans Eisler, de Berlín, cuidando igualmente sus preferencias en los ámbitos camerísticos con el Cuarteto Miró y el Quintet Hindemith.

Juan Carlos Fernández Nieto, tuvo como profesores a Claudio  Martínez-Mehner y Julia Díaz Yanes, antes de trasladarse a la Yale University, logrando sus primeras experiencias gracias a una sustitución para interpretar el Concierto Jeunehomme de Mozart, en el Carnegie Hall con The New York Chamber O.; otro de los conciertos del salzburgués, el nº 20, en Re m., será interpretado con la O. Ciudad de Granada, en una carrera que le llevará desde el Auditorio Manuel de Falla, a la Krakows Filharmonia y festivales de primera línea. En consideración, el cuidado y el interés por estrenar obras de compositores actuales como Fernando Buide del Real o  Jesús Rueda. En su catálogo de registros fonográficos destacan Iberian Dances, con obras de Balakirev y su temible Islamey; Lyapunov, Isaac Albéniz y Machavarini. Vive la France!, es otra de sus importantes aventuras que se completan con Carnaval, dedicado al mundo de los Schumann.

Antón García Abril en este Concierto de la Malvarrosa  (para flauta y piano), en una dedicatoria a Joaquín Rodrigo al cumplirse el centenario de su nacimiento, y con el que compartió estudios en Sagunto, la ciudad del Turia, describiendo  ese casco viejo de Valencia que dista tres quilómetros del mar, donde  surgían  a sus orillas poblados que  vivían de él. El más próximo, el Grao, asimilado en la actualidad al puerto y allí fueron naciendo pequeños poblados pesqueros. En la parte sur, hacia la Albufera, topamos con el barrio de Natzaret, antiguo lazareto, cantado poéticamente por el vate de la Renaixença Teodor Llorente: En l´arenosa  platja a un jorn Galatea/ a l´orna provocaba, que a sos peus se desfea/ una clara i serena quan la vesprada de l´estiú/ mar i la terra i el cel tot brilla i riu…. Hacia el norte, tras varios poblados, encontramos la Malvarrosa , hermoso nombre y famosa playa, y que cantará el novelista Blasco Ibáñez, del que nos quedan imágenes en la terraza de su casa, junto a grandes cariátides significantes de su honda mediterraneidad.

En esos primeros años de García Abril, se acercaría a la Malvarrosa, paseando largas horas en profunda meditación y en una actitud que recordaría al poeta Pedro Salinas, por citar a uno de los más sublimes, mientras profundizaba en los  estudios de armonía o contrapunto, acunado en la distancia por el fragor del oleaje. Recuerdos de incesantes  trabajos, que en ese año de 2001, legará este doble concierto, muy apreciado por el maestro Gómez Martínez, quien dirigiría su estreno el 16 de diciembre de ese año en el Palau de la Música valenciano con la Orquesta Sinfónica de Valencia, del que fueron solistas la flautista María Antonia Rodríguez y la pianista Aurora López.

Una obra plena de delicadezas sonoras y recreaciones ambientales que nos aproximan a muchos de sus compromisos de trabajos incidentales, pese a estar concebida para dos instrumentos tan dispares por sus timbres, con un precedente lejano en el Schubert de las variaciones sobre el lied Trocken Blumen (Hojas secas). Antón los reúne casi como si fueran un único instrumento, que se opone con prestancia al resto del grupo orquestal. Flauta y piano, en gran libertad- precioso inicio con la flauta a solo, en un subyugante juego contrapuntístico, apasionado y sutil-, gracejo de nuevos diseños sonoros  melódicos, que proyectan una irresistible fantasía tímbrica como argumento fundamental. Libertad e ingenio para ambos solistas, la flautista Silvia Careddu y el pianista J.C.Fernández Nieto, Un mar azul, en la distancia, sobre esa ciudad a la que Blasco Ibáñez calificaría como la Atenas moderna, la Florencia del Mediterráneo, en un movimiento por irisaciones y pinceladas que nos recordarán al pincel de Sorolla. Para Teodor Llorente, efectivamente la espuma y el oleaje: Jove sempre, enamorada/ la inmortal Venus sortirá sens vel.    

El añorado Gómez Martínez, resumiría entonces sobre este doble concierto que fueron muchas las cualidades de García Abril, tanto en el aspecto estético como en el técnico, en su recreación de ambientes sonoros de todo tipo, siempre utilizando los medios necesarios con la mayor economía de que es capaz, y con gran conocimiento de todas las posibilidades de los instrumentos que utiliza. Puestos a destacar  alguna de ellas, la cualidad de no olvidar nunca que una de las premisas del arte universal es la belleza, resultando que  la música del maestro turolense, es ante todo bella, utilizando cuando lo cree oportuno las técnicas de composición más moderna, pero con  la intención de crear siempre belleza. Ojalá todos sus colegas buscaran ese objetivo. Y esto unido a que su música tiene esa otra cualidad de todos los grandes que consiste en que su estilo es absolutamente diferente y reconocible, también  para  los verdaderos especialistas.

Johannes Brahms y la Sinfonía nº 1, en Do M. Op. 68, cuyo primer movimiento se perfiló en los parámetros del período Sturm und Drang aunque fue parcialmente terminado en 1862 y antes de sufrir una reelaboración añadiendo una sencilla introducción mientras preparaba el resto de movimientos. Paul Daniel, quiso trasmitirnos lo que de cruces biográfico hallamos entre el autor y los Schumann, en especial Clara.  Quizás y como devotos admitían, podrán verse afinidades con el admirado Beethoven, en concreto en las obras en tonos menores. Un espíritu de lucha tenebrosa y angustiosa que se confirmaba en el Allegro inicial, marcado por tres temas con distintas combinaciones entre cinco ideas secundarias, con un evidente esfuerzo constructivo para lograr un soberbio equilibrio constructivo que resume una profundísima reflexión sobre este sinfonismo que pesaba en su imaginario desde años de juventud. El Andante sostenuto, mantendría  en su extensión semejante talante reflexivo, una nueva interiorización de inquietudes con un primer tema entre apacible y solemne, en su lirismo que se realza en el episodio central, confiado a las cuerdas y los oboes. De hecho y para el autor, supondría un largo ejercicio de gestación perfectamente asimilable al movimiento precedente, un modelo brahmsiano por excelencia que en su escucha termina resultándonos especialmente familiar en comparación con otros tiempos de exigencias parecidas.

El Poco Allegretto e grazioso, perfecto scherzo, resaltaba  el humorismo complaciente y bonachón del hamburgués con el que logramos identificarnos por su tonalidad gris-azulada, por calificarle de alguna manera. Quizás una velada melancolía envuelta en una enternecedora placidez, la misma que suele ofrecen en muchas de sus creaciones camerísticas de más personal criterio , probando en el mismo con el encanto que ofrecen los clarinetes con sus hábiles timbres expresivos a lomos de pizzicatos de los violonchelos, así hasta el Finale (Adagio-Più Andate-Allegro non troppo ma con brio), en esas secciones pretendidas en su reparto de protagonismos marcados por los pasajes diferenciados y con guiños disimulados a otras obras, siempre con el predominio que impone el carácter de Allegro en su dominante trazado grandioso, prevaleciendo sobre el resto de los movimientos ya escuchados. En medio, una tonada de aire alpino que asoma por una insinuación recibida e préstamo de los amigos más cercanos.

Ramón García Balado

 

Silvia Careddu, J. Carlos Fernández Nieto

Real Filharmonía de Galicia/ Paul Daniel

Obras de Antón García Abril y Johannes Brahms

Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela

Auditorio de El Ferrol

109
Anterior Crítica / Las escuelas rusas en Varvara - por Ramón García Balado
Siguiente Crítica / Apasionante ‘Sinfonía Manfred’ de Vasily Petrenko - por José Antonio Cantón