Al descubrirse la escena -un espacio oscuro, cerrado con alambre de espino como si de un campo de concentración se tratase-, aquellos que esperaban encontrarse con una luminosa California pudieron pensar que habían confundido la fecha de su entrada con una para De la casa de los muertos. Idea que continuó pasándoles por la cabeza al arrancar la obertura de modo tan bombástico como el norteamericano James Gaffigan, acertadamente, planteaba el arranque ¿era la obra de Janacek? ¿Una de Wagner tal vez? No. No se habían equivocado de día. La extrañeza era achacable a que la música no se parecía a la de los otros títulos de Puccini plenos de melodías, que habitualmente se programan, marginando injustamente La fanciulla del West, en la que, no obstante, se pueden rastrear acordes de Madama Butterfly, su ópera anterior, y vislumbrar, en su cuidada orquestación, pasajes de la testamentaria Turandot, que dejaría incompleta.
A caballo entre una obra y otra, La Fanciulla del West nace como fruto de un encargo del Metropolitan neoyorkino, donde se estrenó en 1910, convirtiéndose en el primer estreno mundial de una ópera en el coliseo de la Gran Manzana. Para ello, como hiciera con la lacrimógena historia de la geisha japonesa abandonada, Puccini volvió a acudir a un texto del actor y dramaturgo norteamericano David Belasco (1853-1931), que acabaría convirtiéndose en empresario de su propio teatro en Broadway.
Ubicada en un punto de California en un campamento de buscadores de oro, con el peculiar modo de vida de un colectivo sin mujeres que encuentran en el binomio alcohol-juego su evasión, el argumento centra el dilema de Annie, la fanciulla (muchacha) del West, única fémina en el lugar, pretendida por el sheriff y enamorada del jefe de una cuadrilla de bandoleros que oculta su personalidad para no ser detenido.
La producción, estrenada en marzo de este mismo año dentro de la programación regular del Teatro, prácticamente con el mismo reparto que ahora se ha podido ver y escuchar, está firmada por Andreas Dresen, que ha conseguido un excelente trabajo de movimiento actoral en una escena sombría, con escenografía nada destacable, de Matthias Fischer-Dieskau, hijo del mítico barítono.
En el apartado vocal, el terceto protagonista habría resistido el envite del título de Janacek arriba apuntado. O cualquiera de los más dificultosos de Wagner, pensando en sus dotes interpretativas de la obra del compositor de Leipzig en los principales teatros líricos del mundo. Para empezar, Anja Kampe. Pocas sopranos podrían encajar mejor en las características con que el libreto describe el personaje de Minnie: “Mezcla de salvaje y de civilizada, fieramente virginal, fuerte de musculatura y de espíritu”. Una mujer aguerrida que hicieron suya en su momento Birgit Nilsson o Eva Marton, dejando sendas constancias discográficas. Sin miedos en la emisión, valiente en las notas más altas, la soprano alemana, con deslumbrante presencia escénica, esgrime su arma con la soltura de la heroína de Irving Berlin para el musical Annie get your gun (Annie empuña su fusil). Kampe plantea la suya como una mezcla de autoridad y delicadeza, con fuertes dosis pasionales en la escena tórrida de amor con el bandido Ramerrez, amparado bajo el nombre ficticio de Dick Johnson.
Un personaje creado por Puccini a la medida de Enrico Caruso, el tenor de moda del Met, quien allí lo estrenó. En Munich, Dick le ha correspondido al tenor norteamericano Brandon Jovanovich. De voz poderosa -se echa en falta un poco de refinamiento, tal vez por las dificultades de la vocalización italiana-, la juventud de este cantante de Montana lo convierte en idóneo para representar al bandido enamorado.
Acertado también en su presencia como el sheriff Jack Rance, el bajo-barítono sueco John Lundgren, de voz ancha y mejor definida, puso de relieve su caudal canoro al servicio del rival de Dick-Ramerrez en el amor por Minnie. Buena labor del coro masculino de la casa. En el foso, James Gaffigan supo extraer lo mejor de la siempre eficaz orquesta titular, y el público se lo reconoció con grandes salvas de aplausos, que tanto emocionaron al músico neoyorkino, quien, uno a uno, abrazó a los quince solistas, entre estrellas y secundarios, que integran el nutrido reparto. Entre los que en su estreno mundial figuraba el barítono español Andrés (Perelló) de Segurola (Valencia, 1874 - Barcelona, 1953) como el cantor ambulante Jack Wallace, uno de los numerosos papeles que le cayeron en suerte en sus 20 años enrolado en la escudería del antiguo Met.
Juan Antonio Llorente
Münchner Opernfestspiele. Bayerische Staatsoper.
Giacomo Puccini: La fanciulla del West.
Bayerisches Staatsorchester / James Gaffigan.
Escena de Andreas Dresen.
Munich, 29 de julio 2019.
Reparto: Anja Kampe, Brandon Jovanovich, John Lundgren, Kevin Conners, Tim Kuypers…
Foto: John Lundgren (Jack Rance), Anja Kampe (Minnie) / Foto © Bayerische Staatsoper / Wilfried Hösl