Tres Litton por las obras en cartel y la de reclamo en doble faceta, director y solista con la Rhapsody in Blue de Gershwin, cuyo título se debe a su hermano Ira, después de que el autor hubiese interpretado algunos pasajes ante un grupo de contertulios. La primera idea de George, había sido otra, American Rhapsody pero el mismo día, Ira había estado en el Museo Metropolitano de Arte, contemplando cuadros de Whisiling, Nocturno en azul y verde y Armonía en gris y verde y así, tras un intercambio de pareceres, el nombre definitivo es el que conocemos en la actualidad. En su origen, aparecía una versión para dos pianos pero durante el proceso de creación, Ferde Grofé ayudará a que los resultados sean otros. Litton impuso un dinamismo acelerado sobre un tempo que arrastró a la orquesta a sus necesidades expresivas.
En las proximidades no resultará extraño encontrase con las ideas de los band-leader jazzísticos, que abarcará desde Duke Ellington a Count Basie. Nada improcedente y hasta incluso un atrevimiento cargado de beneficiosas intenciones. Gershwin, con seguridad, hubiese aceptado el tratamiento en el que, la propia orquesta, dio una lección de otra de las previsibles interpretaciones, avanzadas con una lujuriante entrada del glissando del clarinetista que nos avisa de una Rhapsodie sin completos ni ataduras. La recepción entusiasta del público, fue la confirmación de entrega sin cortapisas. Litton, en buena lógica, dejó para el bis otro Gershwin, es decir, I got rhythm.
Richard Strauss con la suite de El caballero de la Rosa Op. 59, esa ópera que para René Leibowitz, será un distanciamiento de sus dos óperas anteriores, Salomé y Electra. El segundo Litton en otro arrebato rococó para una suite en la que el autor observa el pasado cortesano de la emperatriz María Teresa. Una suite que recrea pasajes reconocibles y en un condensado por el que asoman los personajes creados por H. von Hofmannsthal y momentos musicales como el dúo Ist in Traum.
La suite, un apunte e invitación para entregarse a una sencilla ensoñación. Carl Nielsen en su Sinfonía nº 3, (Expansiva) Op. 27, la de mayores reflejos luminosos del conjunto de su obra sinfónica y en la que trabaja a fondo sobre el concepto de tonalidad evolutiva que puede definirse, para entendernos con el término como una evolución orgánica y sistemática de una tonalidad a otra a lo largo de una obra y que solo es parte del sistema tonal de Nielsen. Tercer Litton en una obra de pura orfebrería en la que el Andante pastorale concede una breve vocalización que fue resuelta por la soprano Marga Rodríguez y el barítono Christopher Roberston.
Ramón García Balado
Marga Rodríguez, Christopher Roberston. O.S.G. / Andrew Litton. Obras de Carl Nielsen, R.Strauss y Gershwin
Palacio de la Ópera, A Coruña.
Foto: Andrew Litton.