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Crítica / András Schiff se sigue reinventando - por Juan Berberana

Madrid - 30/06/2022

Con casi 70 años lo que más sorprende del pianista húngaro Andras Schiff es su capacidad para reinventarse, pese a seguir absolutamente fiel a su repertorio de siempre (Beethoven, Bach, Schubert y Mozart, sobre todo). Esa sensación de inconformismo se ha plasmado claramente en las dos visitas precedentes al ciclo de Grandes Intérpretes. En 2014 le recordamos por su piano reposado, casi con sordina. Tres años después nos sorprendió con un punto de desmesura, incluso en Bach (en aquel concierto, la Suite Inglesa num. 6). Cinco años después nos reencontramos con el Schiff de 2014, con un piano calmado, lento, trasparente y muy poco proclive a las tensiones dramáticas. Especialmente escaso de pedal y, quizás, de contrastes dinámicos. Una opción totalmente lícita, pero que hace que la diferenciación en el repertorio, a lo largo del recital, sea menor de lo que uno esperaría, al menos para este oyente. No se puede hablar de monotonía, pero si de una cierta sensación de rutina.

Una evolución que ha quedado patente, estos últimos años, con grabaciones tan marcadas como la de las últimas Sonatas e Impromptus de Schubert, en ECM, grabadas con un Piano Forte original. Un Schubert absolutamente delicado, muy alejado del tradicional para piano romántico. Más conectado con Mozart que con Beethoven. Este es el Schiff que volvimos a escuchar en el Auditorio Nacional (nuevamente semilleno), pese a que hubiera vuelto al piano romántico (físicamente), para el concierto.

No hubo ruptura de esta tónica en ningún momento. Ni en el Bach de la Suite francesa num. 5, absolutamente transparente y delicado, pero parco en volumen por el casi inexistente recurso al pedal, ni tampoco hubo cambio de guion ni en la Giga KV 574, de Mozart, ni en la Sonata Hob. XVI de Haydn. Aunque ambas piezas pudieron ser lo mejor del concierto, desde mi punto de vista.

La última pieza de la primera parte (especialmente larga) y la segunda parte se la reservó Schiff para exponer su visión actual de Beethoven y Schubert. Preciosa versión de la Sonata num. 30 del de Bonn. Transparente como pocas veces la hemos escuchado. Pero esa delicadeza le hizo perder algo del fuego romántico del último Beethoven.

Lo mismo cabe decir del Schubert final. La Sonata D.959 es una de las que grabó el húngaro para ECM, poco antes de la pandemia. Y ese espíritu de piano clásico es la que respira su interpretación en vivo. Muy lejos del Schubert crepuscular, que se impone en el repertorio de los últimos 50 años, mayoritariamente. En eso no podemos negar el valor de Schiff y su afán por buscar nuevas vías de interpretación del piano romántico. Otra cosa es que ello satisfaga plenamente al oyente, que en esta ocasión se mostró generoso, pero para nada exultante.

Suponemos que en tres o cuatro años volveremos a encontrarnos con Schiff. Y probablemente vuelva a sorprendernos. El ciclo se reanudará en septiembre. Todavía restan cuatro conciertos con uno final crecientemente atractivo, con la segunda presencia de Igor Levitt antes de Navidad. Otro pianista que seguro nos sorprende.

Juan Berberana

 

András Schiff, piano

Obras de Bach, Mozart, Haydn y Beethoven

Auditorio Nacional, Madrid.

Ciclo Grandes Intérpretes (Fundación Scherzo)

 

Foto © Nicolas Brodard

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